Los viejos del coro
T odo un equipo de fútbol se hizo mito hace unas semanas al enfrentarse a un holocausto aéreo y perder la vida por goleada cruel (hay equipos grandes que ganan «sin bajarse del autobús», dice el argot periodístico, pero éste lo ganó sin bajarse del avión)... y el día 24, el fatum se llevó a todo un coro de voces militares rusas y bailarines a cantar su pascua siria en el fondo del mar Negro.
Terribles tragedias... y esta última, el día de Nochebuena, que no les dice nada a los rusos porque su Navidad ortodoxa la celebran en enero, aunque ya era navideña la salida de este coro que iba a animar a los suyos en la base de Latakia (qué tabaco tan brutal hacen en esa región siria que fue turca tantas veces), iban a cantar al Dios blanco que combate al Alá moreno, canciones de melancolía esteparia o himnos basilicales de gloria en esa base de la que salían cada día los aviones supersónicos que mandó el Kremlin para arrasar Alepo a bombazos... de mañanita... o de noche negra e infrarroja para que el estrago fuera infinito.
Todo ese coro del ejército ruso canta ahora en los pórticos celestiales donde aquel grupo de futbolistas brasileiros también espera los visados de un san Pedro burócrata haciendo un rondo con un planeta chiquito que flotaba por allí como un balón de playa (san Pedro tiene colapso con tanto refugiado y migrante muerto, normal).
Ese Coro del Ejército Ruso se fundó en 1928 para convertirse en un catecismo musical que expandiera el ánimo triunfal y las consignas alegrando a la tropa o a la población y disimulando así el vozarrón cuartelero que amordazó aquella unión de repúblicas socialistas soviéticas, URSS, CCCP.
Pero alcanzaron alguna cota polifónica admirable (al final eran músicos profesionales, militares de pega) y nos los ponía Torrellas a la escolanía para que aprendiéramos el ensamblaje, el susurro melódico o el estruendo triunfal. Y no es tan raro que sean sólo voces graves, masculinas... su referente, su conservatorio, fueron y son los coros de la liturgia ortodoxa donde sólo los hombres la pían con sus recitados y cantárigos... coros de viejos.