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Liturgia dominical JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES
León

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Q ue el Bautismo de Jesús cambió su camino humano es un hecho a meditar con profundidad. Acercarse a Dios uno y Trino supone una visión de fe. Los evangelios hablan de una voz que viene del cielo, de una paloma que baja y se posa en Jesús... Son modos de hablar escogidos por los evangelistas en su esfuerzo para expresar lo que sólo es perceptible desde la fe. Así se manifiesta que el hombre llamado Jesús era realmente el Hijo amado del Padre, lleno de Espíritu Santo. Por eso, a través de su persona, sus palabras y obras, podemos entrar en relación con la Santa Trinidad. Para nosotros -y es lo que celebramos en la fiesta de este domingo- Jesús es actualmente el Hijo que nos da a conocer al Padre, ya que en Él se encuentra la plenitud del Espíritu. Lo celebramos no como un suceso del pasado, sino como un hecho de fe que ilumina toda nuestra vida actual. Nosotros creemos que es verdad lo que expresó y realizó nuestro bautismo: que por nuestra fe en Cristo también nosotros conocemos y amamos a Dios como Padre nuestro y tenemos como máximo don y gracia al Espíritu Santo, que guía e impulsa nuestros caminos. Es lo que celebramos cada domingo y hoy de un modo especial en esta fiesta del Bautismo del Señor que evoca nuestro bautismo y las implicaciones que tiene.

Recibiendo el bautismo de agua, Jesús se hace solidario de la miseria humana; y también de quienes luchan por un mundo mejor. Toma sobre sí el pecado del mundo y abre a todos los que le siguen, el camino a la salvación-liberación integral. Jesús no viene desde fuera a decirnos lo que hay que hacer, sino que asume desde dentro todo lo que es la vida de los hombres: el mal, el pecado, el dolor... Así nos capacita para vivir una vida distinta, purificada y liberada. Nos descubre que llegamos a construirnos viviendo para los demás. Jesús de Nazaret, al entrar en el agua del Jordán, comenzó la liberación del mal y del pecado para todos los que le sigan. Abre un camino de fidelidad a todos, que por eso mismo es fidelidad a Dios. Un camino que lo llevará hasta la cruz y la resurrección. En su Misterio Pascual nos manifestará definitivamente que Dios se sumerge en la vida de los hombres, con todo lo que ésta tiene de bien y de mal. Y así nos salva, así nos llena de su Espíritu y nos hace sus hermanos, hijos en el Hijo.

Nuestro bautismo es signo del compromiso de querer vivir al el estilo de Jesús, camino de justicia, libertad, amor y paz. Es signo de una continua conversión a una vida de entrega a Dios y a los demás, contra las seducciones del poder, del tener y del dominar. Es un comienzo, porque uno no cambia de golpe. Se inserta en un todo, en una vida entera. Es el signo sensible que expresa la realización de una vida según Dios. Nos llevará a entender que un cristiano tiene que organizar su vida desde el evangelio. No podemos realizarnos cada uno en solitario, necesitamos la fuerza y el don del Espíritu. ¿Se puede llamar cristiano al bautizado que no trata de seguir en su vida el camino de Jesús?