LA 'CONTRA' DEL DIARIO
Fin de la fiesta para los diablos de Píllaro
Capas negras y rojas y las caretas de diablos ponen fin en la ciudad de los Andes a una fiesta muy similar a los carnavales.
fernando arroyo León | efe
Los diablos de Píllaro, una atractiva ciudad de Ecuador ubicada en la falda de la Cordillera Andina, dejaron de bailar por el Año Nuevo y volvieron a sus casas tras seis días continuos de una fiesta tradicional que congregó a decenas de miles de turistas.
La diablada pillareña, muy similar al carnaval de Oruro (Bolivia) por el parecido de las máscaras de diablos que usan cientos de danzantes, concluyó ayer con el desfile de las últimas partidas o comparsas, que recorrieron ya por la noche las calles de la ciudad.
Ataviados con capas negras y rojas y las caretas de diablos, la partida de Cochaló puso fin a una celebración que había comenzado el pasado día 1 de enero con el grupo de Minga Cultural.
En los seis días de festejos, más de 100.000 turistas visitaron Píllaro para participar de la diablada, según estimaciones del Ayuntamiento de esta ciudad, que se levanta sobre un fértil valle de la provincia andina de Tungurahua.
Santa Marianita, Rocafuerte y Guanguibana fueron también las comparsas que desfilaron en el último día, para completar una retahíla de partidas que no pararon de bailar en la semana.
Las partidas son organizadas por las comunidades o barrios de Píllaro, algunos de los cuales mantienen una añeja rivalidad, como las de Marcos Espinel y Tunguipamba, a los que también se atribuye una de las leyendas sobre el origen de la celebración.
En el pasado, por las noches los habitantes de estos dos barrios solían disfrazarse con las diabólicas caretas y máscaras para ahuyentar a los intrusos de la otra comunidad, que cruzaban los límites de su terruño para conquistar a las muchachas del vecindario.
El alcalde de Píllaro, Patricio Sarabia, dijo a Efe que esta es sólo una de las múltiples leyendas que se cuentan sobre el origen de la diablada. Los indígenas del lugar, durante el tiempo de la colonia española, lucían las caretas de diablos como símbolo de rebeldía. frente a los conquistadores.