Diario de León

CORNADA DE LOBO

El enano no habla

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Trump, enano, habla en castellano!... los que aquel día voceaban ante Génova PP su victoria electoral con lo de «Pujol, enano...», ¿estarían dispuestos a tronárselo a Trump ante la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica del Norte (ahora, «lo primero») y de Norteamérica del Sur (cuando le pete)?...

Ya ha corrido mucha tinta sobre este asunto y corren sentimientos heridos, orgullo abollado de una lengua que hablan casi 600 millones de gentes; y más que nada, por haber sido lo primero que hizo Trump en la webb de la Casa Blanca, ¡fuera ese idioma de esclavos, violadores y drogadictos, fuera la lengua española de la casa del Gran Blanco!... 50 millones de norteamericanos hispanohablantes se quedaron mudos antes de jurar en arameo.

¡Cuánta tirria no tendrá ese tío a lo hispano!... al spanish, al español, al latino, al guacamole, al chicano, al chapo, a Evo, al moreno, a Castro, al tequila, a Maduro, a Jenifer López... bueno, a Jenifer López, no tanto; si la tuviera a tiro o se la cruzara, no le agarraría del pescuezo como a los otros, sino del coño, ándele, como a yegua por los ollares, ven pacá, potrilla... y no le pasaría nada, como si se pone a pegar tiros en la Quinta Avenida, que así lo dijo antes de que le votaran... y le votaron.

No es fácil que te pierdas en Nueva York si solo hablas español, lo mismo que es difícil que te entiendan en inglés en algunos barrios de Miami.

¿A qué viene ese odio a una lengua que habla una quinta parte de sus compatriotas?... A los tipos como Trump, a los que creen en supremacías de raza, a quienes piensan que Dios jamás sería negro, a los que «desprecian cuanto ignoran», a quienes piensan que «toda mujer es puta mientras no se demuestre lo contrario», a los que no importa «que unos escupan sangre pa que otros vivan mejor», a todos ellos... les aterra el mestizaje o la estrecha vecindad... y les gobierna el miedo.

Para ellos, como para Sartre, «el infierno son los otros».

Y cuando el miedo gobierna, la mente se nubla, los nervios arden, los oídos se cierran... y el dedo de nombrar, apuntar o aniquilar pide gatillo.

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