Diario de León
Publicado por
pEDRO TRAPIELLO
León

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Tasajos, mojamas, cecinas, salazones, chacinas... todo es lo mismo: carne o pescado que se guarda para cuando no haya y que se cura o se conserva con sal o adobos o humo o heladas o vientos quedos...

Como todo el mundo sabe, el primer invento que permitió al hombre progresar como especie y acabar siendo la más lista y borde del planeta fue el garrote con un piedrángano en la punta; aquel primer hacha le permitió matar más aprendiendo a organizarse para cazar el triple y llenar de carnaza el varal y curtir más pieles y parir más hijos y pasar de clan a tribu y perrear con la tribu vecina urdiéndole maldades... que ya ves, gracias a ese discurrir perrerías fue engordando el hombre en inteligencia y masa encefálica... de modo que ya después le fue más fácil idear los otros tres inventos clave de nuestra evolución: el fuego... la cecina... y la rueda... por este orden.

Lo del fuego fue un gran avance para la caverna y la caza al descubrir que, quemando el monte entero, los bichos les quedaban además asaditos y más sabrosos de tragar que a dentelladas en pernil crudo. La cagamos bien, el fuego se convirtió en arma.

Lo de la cecina era lógico: no podían comer toda la carne cazada, colgaron la sobrante en la caverna y comprobaron cómo el humo y el tiempo la acecinaban pudiendo comérsela tiempo después. Si no hubiera sido por esas carnes curadas, no se habrían superado hambrunas o raquitismos y la historia hubiera ido más lenta.

Finalmente, nada que objetar a que la rueda fue el invento definitivo que llevó al hombre a ensanchar el mundo y robar más lejos. Sin ellas jamás se habrían movido las catapultas y los tanques. La rueda precipitó todo lo demás.

Pero ahí estuvo antes la cecina... y en toda cultura y lugar hay cecinas, tasajos, salazones... que nadie vaya de inventor en esto, todo el mundo lo aprendió o copió de alguien... y como en toda viña del Señor, algunas son buenas y otras son de cocer o de roer o de dárselas al crío para que eche dientes o al viejo desdentado para entretener la gusa.

En fin, frutos secos y cecinas fueron nuestra madre, la primera conserva.

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