SANIDAD
"Un millón de españoles sufren migraña más de 15 días cada mes"
La enfermedad afecta al 12% de la población española y solo tiene tratamiento contra el dolor
Patricia Pozo (Barcelona, 1975) es la única neuróloga que atiende la migraña en el Hospital del Vall d’Hebron -pide que conste que es becaria de La Caixa-, un centro privilegiado en este aspecto, advierte. ¿Por qué? "La migraña es una enfermedad huérfana, invisible, y sus afectados, unos incomprendidos. En los hospitales de Sant Pau, Clínic y Can Ruti no existe un solo neurólogo centrado en la migraña". El de Bellvitge tiene un contrato a tiempo parcial. Dicho esto, asegura que se ha propuesto investigar el complejo cortocircuito cerebral que desencadena uno de los procesos que más sufrimiento humano causa. No tiene más remedio que la quietud y fármacos atenuantes.
¿Existe incomprensión por parte de los médicos hacia las personas que sufren migraña? Sin duda. Y desde todos los estamentos sociales. Yo creo que los únicos que comprenden a los enfermos de migraña son su familia, porque los ven. Ven cómo vomitan, cómo dejan de ser persona durante días enteros. Ellos sufren en silencio.
¿Lo ocultan? Bastante. El dolor de cabeza se ha utilizado como recurso banal para solventar algo que no se quiere hacer. Estos enfermos son como ese niño que no tiene papás y tiene que llorar consigo mismo cuando nadie lo ve. La migraña no está considerada una enfermedad crónica por la Seguridad Social. No consiguen bajas de incapacidad permanente, aunque les puede invalidar muchísimo.
Es una gran causa de sufrimiento. Es de las peores enfermedades desde el punto de vista del sufrimiento que causa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la sitúa en el séptimo lugar entre las discapacidades que afectan al ser humano.
¿Es un dolor de cabeza? El dolor de cabeza es uno de los síntomas que ocurren en el ataque de migraña. Ese ataque, que es la expresión final de un problema, ocurre en un cerebro predispuesto genéticamente, en el que influye muchísimo el ambiente, el tipo de vida que llevas o si sufres un gran estrés.
¿Qué ocurre en un cerebro migrañoso? Es un cerebro que no se adapta bien a los cambios bruscos. Si varía de repente la temperatura, haga frío o calor, al cerebro migrañoso le costará adaptarse más de lo habitual y puede sufrir un ataque. Le ocurre más con los estímulos repetidos, por ejemplo, el ruido de un taladro. Un tu, tu, tu, tu, tu, tu... constante.
Eso molesta a cualquiera. Un cerebro no migrañoso, al cabo de muy poco, en dos minutos, deja de oir ese taladro, aunque el ruido siga. Si suena aquí mismo, el no migrañoso se concentrará en mi voz y no oirá el taladro. Lo eliminará, aunque esté, porque no le interesa. Si pasado un rato, le preguntas si oye el taladro, se volverá a fijar en él y responderá que sí. Lo oyen, pero su cerebro lo ha eliminado.
¿Y el migrañoso? Un cerebro migrañoso hace lo contrario. Frente a un ruido ambiental determinado, en lugar de eliminarlo, lo potencia. Le sucede ante cualquier estímulo repetido. Un olor, una variación en la presión atmosférica, una luz, un cambio hormonal o de la frecuencia cardiaca... También el estrés en el trabajo.
Todos nos estresamos. Y nos desestresamos. Vivimos subiendo y bajando ese parámetro. En situaciones de peligro, el estrés protege. Si estás en la sabana y se te acerca un león con intención atacante, aunque te hayas torcido un tobillo saldrás corriendo y el tobillo no dolerá. Cuando el león haya pasado y estés fuera de peligro, empezarás a sentir las pulsaciones del tobillo.
¿El dolor aparece al relajarse? En efecto. En vacaciones, muchas veces. Cuando se está descansando.
¿El migrañoso amplifica el dolor? No sabe inhibir el dolor que ya no es necesario. Su sistema nervioso no está bien programado y no se adapta frente a estímulos internos o externos habituales o inevitables. Imaginemos que entramos en unos grandes almacenes. ¿Qué hay?
Ruido. Calor. Ofertas. Y luces. Alguien se te acerca y te dice que pruebes un perfume. Mucha gente hablando... se abren todos los canales cerebrales. En ese momento, el cerebro migrañoso puede desencadenar un ataque: una situación en la que casi explota. Es como si a un ordenador le abres ocho programas a la vez: algunos se bloquean, otros aceptan y gestionan bien. El migrañoso nació con un cerebro programado para tolerar pocos estímulos simultáneos.
¿Qué sucede durante un ataque? Siente un fuerte dolor, pero ese es el momento en que el cerebro que sufre migraña consigue hacer un 'reset': reinicia todos sus circuitos y durante el tiempo del ataque, se normaliza. Aunque el dolor sigue, mientras dura el ataque el cerebro de esos enfermos funciona como el de un no migrañoso. Si hubiera un taladro en marcha sería capaz de eliminarlo. Luego vuelve a funcionar mal.
¿Ese reinicio le beneficia? Normaliza sus funciones. Probablemente, el cerebro migrañoso tiene una cadencia natural que, de vez en cuando, necesita 'resetearse'. Y esa acción implica provocar un ataque. De otra forma, su circuito no puede eliminar la información que no le interesa. El ataque protege al cerebro migrañoso frente a los estímulos que le agredían. Es como si apagara su ordenador.
¿Un no migrañoso no se reinicia? Esa es la gran pregunta que nos hemos propuesto contestar. Sospechamos que algo sí, pero con menos frecuencia que un migrañoso y no necesariamente acompañado de dolor.
¿Por qué lo hace mal el migrañoso? Es probable que la formación del árbol neuronal de estos enfermos, en el periodo de gestación, ya fuera distinta, peculiar. El metabolismo del glutamato, que es un neurotransmisor excitatorio, también es diferente en el migrañoso. Y creemos que todo el sistema cerebral que hace de filtro para eliminar información que no interesa tampoco les funciona bien.
¿Cuánto tiempo dura un ataque? De forma general, entre cuatro y 72 horas, pero hay crisis que duran más. Nunca duran menos de cuatro cuatro horas. Lo más habitual, es que tengan un ataque al mes. Hay personas a las que cada ataque les dura 25 días. Su vida está limitada.
¿Qué desencadena el dolor? El proceso del dolor se inicia en la neurona, que hiperreacciona frente al estímulo, por ejemplo, ante un ruido. Se cortocircuitea y sufres un ataque. La neurona es como una habitación llena de puertas que continuamente se están abriendo y cerrando para comunicar con su entorno. Utiliza sustancias químicas.
¿Y qué sucede? Cuando una neurona se bloquea, cierra sus entradas de comunicación, y quedan fuera neurotransmisores excitatorios. Estos crean un tsunami, como un terremoto que se propaga en el tiempo y el espacio, en una dirección. Este epifenómeno se produce en el córtex, debajo de la meninge. Las meninges no duelen, pero sí lo hace un pequeño nervio sensitivo que va pegado a ellas.
¿Qué sucede, además del dolor? Un día antes del ataque, el paciente suele saber que va a sentir migraña. Empieza a sentirse raro. Una tirantez en el cuello, una merma cognitiva, está más lento de reflejos, no puede pensar tanto. Cuando empiezan los síntomas, casi un 40% de enfermos perciben un aura: una falta de función cerebral que afecta a la visión, a la sensibilidad o al lenguaje.
¿De qué forma? Dejan de ver bien, sienten hormigueo en un brazo o dejan de poder hablar bien. Y entonces empieza el dolor. Son como piezas de un puzzle encajando. Algunos tienen náuseas y vómitos. Hay muchísimo dolor.
¿Cómo se calman? Con la quietud, el silencio y la calma. Necesitan estar muy quietos, sin luz ni ruidos. Con la quietud sigue doliendo, pero no tanto.
¿A cuánta población afecta? Un 12% de la población española sufre migraña -del que el 80% son mujeres-. Son cuatro millones de personas afectados por migraña episódica. Un 2%, un millón de personas en España, sufren migraña crónica: sienten dolor durante un mínimo de 15 días cada mes.
¿Influye el tipo de alimentación? No se ha demostrado científicamente que algún alimento desencadene un ataque de migraña. No es cierto que el chocolate cause dolor de cabeza. O no se ha podido demostrar. El picante, tampoco. Lo que sí ha quedado claro es que es un cerebro muy sensible a la ausencia de alimento. Cuando se pasa hambre o sed, se sufre estrés físico. Deben comer cuatro veces al día.