Diario de León

Jaurías a la puerta de los institutos

ROBOS, AMENAZAS, INSULTOS, BLOQUEO SOCIAL... el acoso escolar o bullying se esconde detrás de actitudes que siempre reflejan el desprecio hacia los más débiles. Los expertos explican que para acabar con esta lacra resulta fundamental el cambio de actitud de las mayorías que presencian los ataques y otorgan con su silencio..

Alumnos de la Asunción, contra el acoso escolar. DL

Alumnos de la Asunción, contra el acoso escolar. DL

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cristina fanjul | león

Las ánades reales matan siempre al más débil de la camada. Este comportamiento, descubierto por Konrad Lorenz explica el acoso escolar, el bullying, un comportamiento que en los últimos años ha estado detrás del suicidio de varios niños en España. El psicólogo Miguel Ángel González Castañón es uno de los especialistas de la provincia que más ha trabajado el fenómeno del bullying y asegura que el comportamiento de los patos puede trasladarse al de los adolescentes. El año pasado, alumnos de la provincia sufrieron en algún momento el acoso escolar o bullying. Esos son los datos registrados por la Dirección Provincial de Educación, pero puede haber más.

González Castañón destaca que para que se considere que hay un caso de acoso escolar tiene que darse la circunstancia de que se trate de un acoso sistemático y mantenido en el tiempo y desvela que hay varios tipos: restricción de la comunicación, insultos y ridiculización, agresiones, intimidación y amenazas, bloqueo social y robos. El especialista alerta de que si bien no hay un perfil estándar del acosador sí lo hay del que sufre las vejaciones. «Se trata de un niño diferente y más débil», explica. González Castañón precisa que los adolescentes discapacitados, los homosexuales, o los que tienen altas capacidades suelen ser víctimas de estos sujetos. No obstante, incide en que la característica esencial es la debilidad.

Asimismo, destaca que si bien a los ‘matones’ se les detecta con rapidez, la «conspiración de la mayoría» es más difícil de ver y, además, genera más sufrimiento en la víctima. Por otro lado, alerta del peligro de que los padres del acosador, al conocer la actitud de su hijo, opten por decirle que deje de hablar con él. «Comienza entonces un acoso por restricción de la comunicación», explica el psicólogo, que alerta además de que no es lo mismo un acoso de dos meses a uno de dos años. «El desarrollo como persona del menor se verá alterado por esta situación», advierte.

El fenómeno comienza por lo general en segundo de la ESO, si bien hay casos en los que se produce antes. Asimismo, subraya que hay ocasiones en las que lo grupos de acosadores llegan de otros centros y algunas en las que los que violentaron a un estudiante hasta lograr que le cambiaran de centro acuden a las puertas del nuevo instituto a continuar con las vejaciones.

El oficial de grupo de menores de la Policía Local, Santiago Llamazares, explica que cuando el bullying se produce fuera del centro escolar se da a través de las redes sociales y mediante la agresión física. «Antes, los grupos que acosaban a las puertas del colegio eran mayoritariamente hombres, pero el número de mujeres y las bandas mixtas son cada vez mayores», destaca.

Estos casos de hostigamiento se producen dos veces al trimestre por término medio y cada una de estas ‘jaurías’ está compuesta por unas diez personas. Por término medio, la policía local registra alrededor de 70 adolescentes al año implicados en casos de acoso. «De ellos, podemos decir que seis u ocho son los líderes. El resto, asume el comportamiento», lamenta el agente, que avisa además de que a pesar de los protocolos y programas para evitar el bullying, hay un 20% que es reincidente. «Continúan cebándose con el acosado incluso cuando a éste le han cambiado de centro educativo».

Santiago Llamazares destaca que la experiencia de su labor revela que el paso del colegio al instituto es un problema para muchos niños, que se encuentran en un mundo distinto en el que tienen que sobrevivir. «Por eso, a veces, se suman a los grupos y se convierten en testigos silenciosos del acoso». Esa es una de las claves que los expertos destacan a la hora de analizar en qué deben mejorar los protocolos de actuación ante un caso de acoso. Y es que, como dijo Martin Luther King, más que el grito del violento, lo que debe preocupar es el silencio de los buenos. El bullying, la mayoría de las veces, es posible a causa del silencio cómplice y de la sonrisa con la que el violento se siente recompensado. Por eso, los expertos alertan de que el grupo debe ser la clave para poner fin a esta lacra.

Esta es la razón por la que en Finlandia se puso en marcha un programa que, con el nombre de Kiva —acrónimo de contra el acoso escolar— ha logrado eliminar el 79% de casos de acoso escolar desde 2007. Este plan se basa en cambiar las reglas de juego con las que funciona el grupo. Es decir, se trata de influir en la mayoría silenciosa para que se ponga del lado de la víctima. Así, los estudiantes finlandeses reciben clases para identificar las distintas formas de acoso. Además, durante el recreo se eligen varios alumnos vigilantes —responsables de la seguridad del grupo— que junto a un equipo de profesores se pone a trabajar cuando detecta un caso de acoso escolar.

Durante el año pasado, la policía local realizó, dentro del plan para la mejora de la convivencia escolar —un programa que lleva seis año— 39 charlas en institutos de la ciudad en las que participaron 1.206 alumnos y 358 padres. Tanto Miguel Ángel González Castañón como Santiago Llamazares advierten de que el uso de las redes sociales es cada vez mayor en el acoso y destaca que las plataformas en las que más se practica son Instagram, Ask.fm y Whatsup. Además, alertan de que en muchos casos los mensajes pueden ser utilizados como una prueba ante un tribunal.

Fiscalía y Procurador

Según los datos aportados por el Procurador del Común, en 2016 fueron tres las actuaciones resueltas por la institución. Las provincias desde donde se recibieron las quejas fueron León, Burgos y Segovia y las edades de los menores eran 9 y 10 años. En los tres casos, y al margen de los puntos de las resoluciones que afectaban al centro implicado, el Procurador recomendó, entre otras medidas, «promover la debida evaluación del Plan de Convivencia del Centro, a los efectos de determinar si habría que ejecutar mejoras en el mismo en consideración al conflicto surgido y otros similares». Por su parte, la Fiscalía de Menores explica que hay una veintena de denuncias de acoso escolar, si bien se subraya que desde el punto de vista jurídico el filtro se reduce mucho puesto que para que reciba esa calificación debe referirse a un hecho de gravedad o continuado. Asimismo, se advierte de que la Fiscalía nunca decide si se saca al niño del colegio o no sino que suelen ser los propios padres los que piden el cambio de centro. Asimismo, informan de que hasta el momento, se han tramitado desde la institución tres delitos contra la integridad moral.

La Fiscalía General del Estado advertía ya en 2005 que los menores acosados suelen encontrarse subjetivamente en una situación de total indefensión y desamparo. «Frecuentemente pierden la capacidad de concentración en las explicaciones y en los estudios, pierden confianza en si mismos y sus niveles de autoestima alcanzan cotas mínimas, generándoles incapacidad para poner fin por sí mismos a la situación, y para solicitar ayuda de los adultos. Estas probables afecciones deben condicionar el tratamiento que ha de darse a la víctima de acoso escolar». Por ello, dejaba claro que incluso las denuncias que hicieran referencia a hechos en principio leves (faltas de amenazas, coacciones o vejaciones injustas), si concurre la nota de habitualidad o reiteración en el tiempo, debían dar lugar como regla general a la incoación de un expediente de menores.

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