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Las leonesas que alumbraron la modernidad

Noventa universitarias leonesas fueron las antorchas de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid. Procedentes de los pueblos de la provincia, se convirtieron en la punta de lanza que María de Maetzu utilizó para poner en marcha la transformación de España que el franquismo abortó

Imagen de algunas de las residentes leonesas en la sede de la calle Fortuny hacia 1927. RESIDENCIA DE ESTUDIANTES

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León

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cristina fanjul | león

Fueron 90 nada menos las universitarias leonesas que acudieron a la Residencia de Señoritas, el grupo femenino de la Institución Libre de Enseñanza que, dirigido por María de Maetzu, imprimió en ellas el espíritu krausista y liberal inaugurado por Sáenz del Río. El próximo día 6 de abril, la Fundación Sierra Pambley abre la exposición Mujeres en vanguardia, la investigación que, comisariada por Almudena de la Cueva, se inauguró en 2015 en los Altos del Hipódromo. La Residencia de Señoritas estaba destinada a jóvenes que siguieran estudios o preparasen su ingreso en las facultades universitarias, en la Escuela Superior de Magisterio, en el Conservatorio Nacional de Música, en la Escuela Normal, etc. El centro de la calle Fortuny les ofrecía una serie de medios para su cultivo intelectual y físico: enseñanza de idiomas, clases de cultura general y de las asignaturas que conformaban los programas académicos, laboratorios, biblioteca, conferencias, conciertos, excursiones, deportes...

Contaban con un laboratorio, el laboratorio Foster, creado por la profesora norteamericana y directora del Instituto Internacional Mary Louise Foster. En él trabajaron científicas españolas, como Dorotea Barnés, Felisa Martín Bravo o María Luz Navarro. La colonia de León fue, como ya ocurriera en el caso del grupo de Jiménez Fraud, una de los más numerosos de España.

El grupo de León

Grupos enteros de hermanas leonesas acudieron a la residencia madrileña de la calle Fortuny. Las hermanas Alvarado, Carmen y Ramona, las hermanas Fanjul —María, Carmen y Luisa—, Hermelinda y Josefa Álvarez Árias, Fernández Llamazares, Sáenz de la Calzada, Viñuela Tascón, González Barrio... la lista es interminable. Una de las características de estas ‘antecesora’ fue además que en su gran mayoría procedían del área rural. Rioscuro, Villablino, Aviados, Cármenes, Santa Lucía de Gordón, La Bañeza... lo que da una idea de que, por entonces, la inquietud intelectual no se cultivaba tan sólo en la ciudad.

Sostiene Almudena de la Cueva que casi la totalidad de las mujeres que destacaron en la sociedad del primer tercio del siglo XX en España estuvo relacionada con la Residencia de Señoritas, ya sea como profesoras, colaboradoras o conferenciantes.

Las razones por las cuales un lugar atrasado y conservador logró que sus mejores jóvenes fueran atraídas por el espíritu renovador inspirado por Giner de los Ríos son varias. Entre ellas, cabe destacar el aliento de Fernando de Castro. Injustamente olvidado, este leonés es uno de los protagonistas de la historia de España. Nacido en Sahagún, dedicó su vida a la docencia y la pedagogía. Fue presbítero, doctor en teología, filósofo cristiano, catedrático de la Facultad de Filosofía, catedrático de Historia de la Universidad Central de Madrid y su rector desde 1868 hasta 1870. Entre sus títulos destacan el de vicerrector del seminario de León, capellán de honor de la Reina, académico de la Historia, senador, Caballero de la Real Orden de Carlos III, fundador y presidente de varias instituciones, como las dedicadas a los pobres, a la abolición de la esclavitud y de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Fue precisamente él quien promovió la creación del Ateneo Artístico y Literario para señoras en 1869 y organizó las conferencias dominicales para la educación de la mujer. A Fernando de Castro hay que unirle el espíritu de Francisco Fernández Blanco y el de Luis Álvarez Santullano, secretario de Misiones Pedagógicas y que, aunque asturiano, estuvo vinculado a la provincia de León de manera estrecha por sus lazos familiares.

Si bien el peso de la tradición es patente en varias de las alumnas de María de Maetzu, en cuyas orlas aparece con profusión las licenciaturas de Magisterio y Filosofía y Letras, no deja de ser revelador que muchas de ellas se decantaron por carreras ‘masculinas’, como Medicina, Derecho, Odontología, Químicas o Farmacia. Incluso hay más de una que elige Ciencias Exactas y Maruja Árias Delgado logró el doctorado en Derecho y acomete las oposiciones a registradora de la Propiedad. Muchas de ellas tuvieron la oportunidad de lograr una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, lo que les permitió continuar trabajando e investigando en las aulas de las grandes universidades europeas. Es el caso de Nieves González Barrio, que, tras finalizar sus estudios de Medicina, estuvo pensionada en el college Winona, en Minesotta, donde realizó estudios de Bacteriología y Química Orgánica.

Por su parte, María Teresa Vicente Mangas fue otra de las alumnas de la ILE que logró ser becada por la JAE para dar clases de español en la Sorbona. Pero no fueron las últimas. El archivo de la JAE dispone de documentos de muchas de ellas, documentos en los que se trasluce el talento y el empeño académico de todas ellas.

Educación en igualdad

«Desde su creación en 1876, la Institución Libre de Enseñanza defenderá la educación de la mujer en igualdad respecto al hombre y abogará por implantar la coeducación en todos los niveles educativos», precisan la propia comisaria de la exposición, Almudena de la Cueva, y Margarita Márquez Padorno. Para Isabel Villanueva, la Residencia de Señoritas tuvo siempre rasgos propios. Así, destaca que desde su creación en 1915, el nombre que recibe la rama femenina de la Residencia de Estudiantes — «grupo de señoritas»— frente al adoptado por el sector masculino — «grupo universitario»— pone de manifiesto la diferencia existente en el punto de partida de ambos, «reflejo de la todavía muy escasa participación de las mujeres españolas en la esfera de los estudios superiores a mediados de los años diez del siglo XX».

Una de las frases más conocidas de María de Maetzu es la que defiende que la Residencia de Señoritas no se basó en un hecho, sino en una suposición. «No era, pues, un negocio que se montase para aprovechar las circunstancias favorables. Era un sacrificio que hacía la Junta de Ampliación de Estudios para animar a las mujeres españolas a seguir el camino que habían iniciado las de otros países»...

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