«Para conquistar la felicidad hay que practicar la amabilidad»
VÍCTOR KUPPERS | Formador y conferenciante
cristina fanjul | león
Dice que hay dos clases de personas: proactivos o cenizos y que cada uno de nosotros elige en cuál de los dos grupos quiere estar. Él asegura que le apasiona lo que hace y que lo más importante en la vida es que lo más importante tiene que ser siempre lo más importante. Víctor Küppers es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y doctor en Humanidades. Trabaja como formador y conferenciante, además de impartir clases en la Universidad Internacional de Cataluña y Universidad de Barcelona. Hoy ofrece una de sus charlas de motivación, Vivir con entusiasmo, en Caja España-Duero y promete no dejar a nadie indiferente.
—¿Qué lleva a un economista a decidir dedicarse a mostrar a los demás la receta de la felicidad?
—Pues en mi caso no hay nada de especial. Yo trabajaba en consultoría. Daba cursos de formación en recursos humanos a las empresas y un día tuve un accidente que me obligó a pasar seis meses en casa. Comencé entonces a escribir una especie de resumen de todo lo que había leído con el fin de mostrárselo a mis hijos. En aquella época, había leído a Covey, a Brian Tracy, a Barbara Fredickson, personas que me enseñaron cuál debía ser la actitud.
—¿La felicidad tiene fórmulas? ¿Hay algoritmos que puedan descifrar su secreto?
—No es ni suerte ni genética. Se trabaja. La alegría la tienes, si quieres. La alegría es una ciencia. Si uno no tiene más que dramas en su vida, es difícil ser feliz, es complicado practicar la alegría, pero por lo general, todos tenemos contratiempos y momentos buenos ¿verdad?
—Hay personas que viven constantemente amargadas
—Sí. Hay cenizos, pero uno no nace cenizo. Un cenizo se hace. La psicología positiva hay que practicarla, relativizar los problemas, ser agradecido. Una de las cosas que he aprendido a lo largo de los años es que las buenas personas suelen ser felices. Tienen una serenidad, demostrada por los expertos, que no suelen conocer quienes no lo son.
—¿Se puede practicar para ser cenizo?
—En absoluto. La sociedad nos arrastra. Es al contrario. Ser alegre es una lucha constante.
—Parece que hay gente a la que le molesta la felicidad de los demás. ¿Es ese el propósito de la gente tóxica? ¿Apagar la felicidad ajena?
—Buff. No sé. Yo no diría tanto. La gente tóxica no tiene por qué ser mala persona. Yo creo que sufren verdaderamente, que están amargados porque, como he dicho anteriormente, luchar por ser alegre, por tener una vida dichosa, es complicado. En el fondo, creo que los tóxicos son personas egocéntricas y envidiosas, que les encanta sacar lo peor de sí mismos, que se quejan y disfrutan amargando y amargándose.
—O sea, que sí.
—Sí. Creo que en el fondo, suele ser un tema de ego mal gestionado.
—Decía alguien que hay que cuidar las palabras porque condicionan los pensamientos, los pensamientos porque condicionan las acciones, y las acciones porque condicionan el destino.
—La mente se entrena con hábitos, hábitos que se cogen a fuerza de repetirlos. Tú puedes elegir comer cada día tocino para desayunar, para comer y para cenar, pero acabarás atocinado. Con la manera de pensar pasa lo mismo. Cada uno de nosotros decidimos cuáles son nuestros pensamientos. Y sí, hay una especie de teorema según el cual las palabras cambian la actitud, la actitud cambia lo que hacemos, y lo que hacemos modifica los resultados. Por eso, si quieres cambiar los resultados que obtienes, una buena idea es poner en marcha actitudes diferentes.
—Sí, pero para los principiantes, por favor.
—Pues un consejo muy bueno es relativizarlo todo. Hay que preguntarse si eso que hace que ese día no esté contento es una tragedia o un problema a resolver. Si es lo segundo, entonces tenemos que pensar que tiene solución y la mejor manera de resolverlo. ¿Más maneras de lograrlo? La música. La música te cambia el ánimo. Ser amable con los demás. Yo siempre digo que si quieres ser feliz, sé amable. La fortaleza que te proporciona es amable, te cambia la manera de ser.
—Hay personas que tienen pocos problemas para cambiar su manera de pensar y, sin embargo hay otros que son excesivamente rígidos, incluso cuando lo que piensan o hacen les causa dolor.
—Las personas más flexibles siempre están contentas. Sin embargo, las personas con ideas demasiado rígidas suelen tener problemas en sus relaciones sociales, y eso les suele causar dolor.
—¿Hasta qué punto en España nos pesa la tradición católica a la hora de desarrollar prácticas que nos lleven hacia la felicidad?
—Yo soy holandés y Holanda es un país ultraliberal. Todo lo que pueda pensarse está permitido en Holanda, pero eso no convierte a sus habitantes en personas más felices. La cultura influye, por supuesto, pero nada como uno mismo. Otra cosa son los países escandinavos, pero claro, es muy fácil ser feliz si no tienes problemas económicos y vives en un país rico. En cualquier caso, hay muchas variables que entran en juego cuando se habla de un tema tan complejo.
—¿Qué papel juega la infelicidad en la felicidad? ¿Cuál es el papel del dolor? Lo digo porque de manera paradójica, en ocasiones las personas con peor suerte en la vida son las que, al menos de manera aparente, son más felices.
—Hoy (por ayer) he conocido en San Sebastián a una mujer a la que pregunté si siempre había sido tan alegre. Me dijo que a los 21 años, su padre murió y tuvo que abandonar la vida que llevaba. No sé si la gente que ha sufrido grandes problemas está más entrenada para la vida, pero lo que sí sé es que no hay variables únicas.
—Las personas que meditan creen en el desapego, una idea muy poco occidental...
—Los expertos siempre dicen que el desapego es esencial en la felicidad porque todo aquello a lo que estamos apegados desaparecerá antes o después: nuestros hijos se irán, nuestros padres morirán, podemos perder el trabajo, la pareja o el dinero. La felicidad no puede depender de lo exterior, sino de lo que tenemos dentro.
Lugar: Auditorio de Caja España-Duero.
Hora: 20.00
Entrada: con invitación.