Al palco, nen

Más que cola es rabo lo que trajo la gambita de Piqué al hablar del palco del Real Madrid e insinuar que ahí se cuece cosa, como si el palco del Barsa -o cualquier otro- no fuera también una perola para guisar o festejar negocios boyantes y tramas espúreas. Haz memoria: ¿no acabó en la cárcel aquel gran presidente culé, el constructor José Luis Núñez, fijando la senda que seguiría después a piñón fijo toda la corrupción catalana, cuyos políticos se aúpan a ese escaparate de honores del Camp Nou ratificando así que, efectivamente, ese club es «més que un club», palco convertido en la bandera y lavandería, ombligo de la nación arriscada?...

En Cataluña celebraron mucho esa «patadita de respeto» del defensa blaugrama porque allí vende bien el sugerir que en el palco del Bernabeu se sienta todavía en cada encuentro merengue el espíritu vivo del Generalísimo, aquel de las copas (¡anda!, ¿renunciará o devolverá algún día el Barsa las nueve Copas del Generalísimo que Franco en persona les entregó y cuyo nombre se perpetúa así en sus vitrinas?... ¿y las once del Rey cuando sean república?).

Vale, el palco del Madrid es cazuela.

¿Y qué, Piqué?, ¿hay algo de nuevo en tu hallazgo?... los palcos se inventaron hace milenios precisamente para eso, para que gerifaltes y arrimados puedan darse su puto baño de importancia escénica mientras el ruido de la grada encubre el cuchicheo a la oreja con el vecino de asiento.

Pero no te equivoques, ahí no se hacen negocios o conjuras para hostigar la fechoría fiscal de tus colegas Messi o Neymar. Conjuras o negocios vienen hechos ya de casa, seguramente de un reservado de restaurante pif, un despacho oficial sin luz ni taquífonos... o una casa de putas, que es donde les gusta a los españoles (y catalanes) echar la última firma a todo buen trato o desplume. El palco sólo está para escenificar poder, amistades y conveniencias políticas. Vaya si lo sabemos aquí. Hace tres siglos levantaron en la Plaza Mayor un inútil Consistorio-fachada sólo por tener pomposo palco la autoridad y sus amigos... y con infinito insulto lo llamaron Balcón del Pueblo.