Oda manola y olé

Meneo chulimístico en el centro de la calle a cara vista, tentando al diablo, mujer conjuntada de negro y oro como viuda de torero y envarada en penitencias de nácar y reojos, tacón de taconazo, medias de seda con costurita señalando el camino, falda de tubo y vienen curvas, proa escotada, ceñida la espetera... va ella ahorcada en perlas y medallas, gran peineta izando el palio de mantilla de blonda hija del viejo burka de las monjas clausuradas que velaban el rostro imitando a las moras... mucha mantilla, ahí va el lujo y mayor gasto, telón abierto enmarcando el teatro de la cara... labios pintados, sombra de humo en los ojos, arracadas de alconcil en las orejas, toque de rubor en colorete, cejas altivas, ¡al cielo con ellas!... rosarito de plata, devocionario de canto dorado en la mano y agarrando con la otra un buen cirio de dos libras, corpiño de seda, gabán de aguas, guantes de media caña... caña cañón... y ya tenemos aquí a la manola cañí modo emoción, luminoso escaparate penitente que, si antaño apenas se veía en estas austeridades, hoy puede nublar la procesión entera con paisaje sevillí y saetero, meneíto en raso negro, esporpollada su fe carbonera y trianera... León tiene un colooor espesiaaaal... colorín andalú, copia panoli manoli, el luto alegre y olé, viva el palmito... las cofradas, ofrecidas y devotas carrozadas de manola firulí crecen y crecen, fenómeno nacional... ay, hija, qué bien le queda la mantilla a la Cospe en la Pascua legionaria y en el Corpus toledano... chifla el manoleo... y ya es imparable la moda de meter niñitas como maquetas de manola, manolitas con descoque, qué ricuras... paponines, manolitas, filón de fotógrafo, juguete de mamá... algún obispo se enfada y llama al orden: que se tapen las manolas... ¡eerrrooor!, dice Peláez, ellas son las benditas magdalenas del piadoso cotarro, la vieja tradición de la pecadora arrepentida y rezadora... y una manola algo fresca es el único paisaje que queda entre tanto varón tapao o varona de capirote... y no es ella más obscena que el fajín de general en una Virgen, los fusiles que la escoltan o el oro y pedrerías en los pasos del autor del Evangelio de los Pobres.