Cinco años de amistad desde la incubadora
Guillermo y Mónica se sometieron a una tranqueotomía nada más nacer y continúan su amistad en la distancia.
concha tejerina | valencia
Guillermo y Mónica solo tienen 5 años pero su amistad nació a los pocos días de vida en el Hospital La Fe de Valencia, donde fueron ‘vecinos’ de incubadora tras ser sometidos, casi a la vez, a una compleja reconstrucción de la tráquea por problemas respiratorios y dificultades para alimentarse.
Ahora llevan una vida prácticamente normal, van al colegio y se relacionan con otros niños y, aunque viven a casi 400 kilómetros de distancia —él en Peñíscola (Castellón), y ella en Dolores (Alicante)—, el vínculo entre ambos durante su estancia hospitalaria ha mantenido tanto su amistad como la de sus familias.
Los menores son atendidos en el Comité de Vía Aérea Pediátrica (CVAP) de La Fe, creado a finales de 2013 y uno de los pocos de referencia que existe a nivel nacional, donde siguen acudiendo para ser revisados de la intervención de reconstrucción de la tráquea a la que fueron sometidos.
El presidente del CVAP, Carlos Gutiérrez, asegura a Efe que estos menores tienen la «suerte» de tener unos «padres increíbles», que, tras conocer la dolencia de sus hijos, se han convertido en los «mejores enfermeros de vía aérea del mundo. Saben cómo controlarlos, sus síntomas y cuándo tienen problemas graves».
Guillermo nació en septiembre de 2011 en La Fe de forma prematura, a las veinticuatro semanas de gestación, y con una estenosis (estrechamiento del conducto de la tráquea) y, aunque le realizaron una traqueotomía a los pocos días de nacer, tuvo que ser derivado a Madrid porque en Valencia no existía un servicio específico para estos casos. Cuando se creó el Comité de Vía Aérea en 2013, el pequeño pudo volver a ser atendido en el centro valenciano y, tras varias intervenciones quirúrgicas, tiene reconstruida la tráquea con éxito; en breve se le podrá quitar la traqueotomía y llevar una «buena calidad de vida», según Gutiérrez.
«Tras cinco años, ahora empiezo a ver la luz», asegura María del Carmen Bataller, madre de Guillermo, que indica que, a pesar de que en un primer momento les derivaron a Madrid, «lo mejor» que pudieron hacer fue quedarse en Valencia tras la creación del Comité.
Bataller, que asegura que su hijo lleva una vida normal y acude a un colegio que cuenta con una enfermera que le atiende.