Desafío leonés en el Estrecho
César Mallo cruza a nado desde Tarifa hasta Marruecos en una hazaña contra las corrientes, los calderones y decenas de barcos
pilar infiesta | león
Aunque chocó contra una tortuga gigante, braceó entre calderones y esquivó las olas de una veintena de buques, el leonés César Mallo cumplió su desafío de cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar. Una hazaña de 16 kilómetros en aguas abiertas reservada para escasos privilegiados, que requiere grandes dosis de voluntad y de entrenamiento. A sus 48 años, Mallo logró domar fuerza mental y física con 18.000 metros semanales en las piscinas del Aéro y La Venatoria, antes de enlazar a crol Europa y África, lo que demuestra que algunas personas están hechas de una pasta especial.
En su experiencia acuática le acompañaron el abulense, Luis Miguel San Segundo, y su primo Nacho Piedra, que reside en Madrid. Los tres tocaron costa marroquí en 4 horas y 37 segundos, después de avistar delfines y peces luna, sentir la inmensidad del océano y el empuje del mar en ese cuello de botella continental. Cada hora, la Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar les avituallaba con carbohidratos y agua.
Los 15,5 grados del agua obligó a llevar neopreno a la expedición, que selló el sexto cruce del año. Desde 1920, aventureros de todo el mundo han realizado la travesía. Los hindúes, porque el Estado les da una ayuda de por vida. Otros, por promesas. Él decidió cubrir sus «vacíos con agua y esfuerzo», admite, y al nadar pensaba en sus hijos. Su próximo reto, el Sil.
El leonés César Mallo (de frente), antes de iniciar el reto acuático desde la costa gaditana. DL