Alacrán que viene

Vendrán lamentaciones y protestas los próximos meses cuando se vaya viendo el rastro de cenizas o sed que irá dejando en todo lugar la «pertinaz sequía», dicho así como la llamaba Franco al comienzo de una mísera postguerra para maquillar el castigo del Cielo a una España que acababa de matarse entre hermanos... y la sed se grapó al surco, se desorientaron las nubes años seguidos de pan negro y rogativa para nada... no había grano suficiente ni legumbre para todos ni kilowatios, así que se decretó cambio horario adelantando hasta dos horas para ahorrar luz (y de paso, coincidía con la hora de la Alemania nazi, qué gracia). Y fue entonces cuando le entró prisa con los pantanos, encargó algunos, pero pilló todos los proyectos que no pudo ejecutar el anterior ministro rojo Indalecio Prieto, como el «pantano» de Riaño que la República dejó dibujado como el de Remolina... «se lanzó a la construcción de pantanos de modo agresivo y sin demasiados escrúpulos medioambientales», reconocía Luis Ángel de la Viuda, un franquista avispado y elegante.

¡Agua va!... y no viene... ¡agua venga! ..

Si el desierto está avanzando a su ritmo, cuando le ayuda una helada-sequía feroz como la de 2017, galopa.

Cierra la puerta, viene llamando.

¿Y qué hacer?... ¡aplazar la la sed mortal todo lo que se pueda!... el agua es la única barricada contra el desierto, mímala, resérvala, no la despilfarres creyendo que las nubes volverán mañana a su vieja rutina... a las nubes las mueve un viento que tambien tiene sus ventoleras y se ha pasado la historia olvidando viejos caminos y dejando que muchos vergeles se hicieran sáharas.

El caso es que antes de 500 años este León de ríos, riberas y regadíos será árido cascajo, cardo y alacrán, lo dice la ciencia... y el norte montañoso de Marruecos lleva siglos mostrando lo que nos tiene el Cielo prometido. Pero no hay que esperar tanto para ver pueblos (Las Médulas) acarreando cisternas. Los pasitos del desierto son pisotones algún año. Y cuando empiecen a reducir regadíos, la guerra del botijo y del azadón la perderán los ríos... y justo después lo perderemos todo.