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León

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Pensábamos que la economía colaborativa nos haría libres del monopolio pactado y, de repente, llegó Amazon. Es lo que pasa por creer demasiado en el progreso, que no te das cuenta de que, como todo, necesita reglas para no convertirse en un tirano.

Hace un año escribí un reportaje titulado Érase una vez el trabajo — http://www.diariodeleon.es/noticias/sociedad/erase-vez-trabajo_1123287.html — en el que el profesor de la Universidad de León Julio Lago Rodríguez explicaba las consecuencias de la nueva era de la tecnología.

La robotización y la inteligencia artificial nos dejarán fuera de juego antes de lo que pensábamos y el trabajo será creación o no será. Muy pocos se librarán de este relevo tecnológico en plena era de desamortización laboral. ¿Para qué, los jueces? Un ordenador será capaz de conjugar todas las claves para dictar sentencia sin que la sociedad se vea obligada a asumir el coste ideológico y emocional del juzgador. ¿La medicina? Ya hay robots capaces de salvar vidas en el quirófano sin tener que pagar horas extras. Igual horizonte aguarda a pilotos, ingenieros, arquitectos, y periodistas…

El Smart Data será capaz de cruzar información para lograr la noticia del día porque, en realidad, todo esta a disposición de quien quiera verlo. El problema es que no lo vemos porque preferimos la emoción y la anécdota, nos va más el slogan y la metáfora. Así que llegará un momento en el que la economía no existirá más allá de Soros & co, y todo consistirá en una simple manera de repartir las migajas entre pensionistas, parados y acogidos a la renta de ciudadanía.

Subsistencia… tantos años para acabar en la era de la subsistencia. Supongo que los economistas tendrían que convertirse en creadores y dejar de ahondar en su complejo de Casandra. Sólo los que sean capaces de repensarlo todo tienen futuro. El nuevo superhombre piensa más que nunca como hombre, como explorador. Los demás ya no contamos o, al menos, no demasiado.