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Las cadenas del campo

No hay que irse a África para ver la esclavitud. En León, según aseguran tanto la Guardia Civil como el sindicato Comisiones Obreras, hay trata de personas con fines de explotación laboral, aunque no resulta sencillo que las víctimas lo denuncien. Este negocio mueve 32 billones de euros al año y las redes de tráfico compaginan este crimen con otro tipo de delitos....

Said Oulamou, Abdelouahad Elouafi y Abdelmalek Elouafi fueron liberados por la Guardia Civil en el año 2008. Trabajaban como pastores en Cabañas Raras, ANA F. BARREDO

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León

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cristina fanjul | león

«Trabajan en jornadas de doce horas, de sol a sol, a disposición de lo que quiera el empleador, sin vacaciones y, por supuesto, sin bajas laborales». Rosa, una de las representantes sindicales de Comisiones Obreras, asegura que el once por ciento de los trabajadores inscritos en el Régimen General de Extranjería está empleado en explotaciones agrarias. Son, en total, 558 personas que realizan tareas agrícolas y ganaderas en la provincia, y que, según defienden desde el sindicato, suelen estar «muy poco informados de sus derechos laborales». «El alejamiento geográfico, el desconocimiento del idioma y la falta de relación con el resto de habitantes de la zona están entre las razones», sostiene Rosa, que precisa que suelen acudir a pedir ayuda por temas administrativos, principalmente en los casos de reagrupamiento familiar. «Es entonces cuando aprovechamos para que nos cuenten cómo viven y en qué circunstancias trabajan».

Rosa explica que la mayoría de ellos firman una nómina, pero en ocasiones «no cobran lo que deberían». Cuenta que en una ocasión atendieron las reclamaciones de un trabajador marroquí a quien obligaron a trabajar tras salir del Hospital por una operación de rodilla. «Hace años, tuvimos a personas que vivían en el establo, en la majada, con un infiernillo para hacerse la comida. Ahora todo eso ha pasado, pero las condiciones siguen sin ser óptimas», denuncia.

Rosa defiende que en muchas ocasiones el empresario les alquila una vivienda cuyo alquiler les resta del salario. «A veces les llegan a prohibir la visita de familiares. La realidad es que en muchos casos es ‘O tragas, o te vas’ porque tienen cola de trabajadores esperando», lamenta. Además, gran parte de ellos envía una cantidad sustancial de lo que gana a su país de origen y «el empresario sabe que si no trabajan no pueden renovar el permiso de residencia». «En una ocasión, ayudamos a un trabajador que llevaba diez años trabajando en la misma explotación. Le echaron por reclamar sus derechos. Simplemente le dijeron que se fuera a quitar el hambre a su país», asegura Rosa.

La trabajadora de Comisiones Obreras explica que la mayoría de los trabajadores inmigrantes desempeña su labor en las explotaciones del valle de Cistierna, en Valencia de Don Juan, en Fresno de la Vega y en Pajares de los Oteros. «Además, hay pequeñas ganaderías en todos los pueblos», precisa.

La mayoría de los trabajadores son marroquíes. Los búlgaros y rumanos están la zona lindante con Valladolid, y suelen tener entre 30 y cincuenta años.

Delitos de trata

«El delito de trata de trabajadores del campo se ha globalizado de tal manera que se han creado equipos internacionales de análisis conjunto porque las mafias operan desde varios países». El sargento Carlos, jefe de la Unidad de Delitos contra las Personas de la Guardia Civil de León, destaca además que el tráfico siempre va relacionado con otro tipo de actividades criminales, como las drogas, por lo que la UCO tiene ahora un equipo especializado que da una respuesta integral: prevención, combate y protección a víctimas y testigos.

La Guardia Civil —que asegura que esta actividad criminal mueve al año 32 billones de euros— puso en marcha un plan específico anual que se basa en inspecciones aleatorias en lugares que «cobijan este tipo de delitos». Las actividades temporeras de recogida de productos como el lúpulo, la castaña o la uva y las actividades forestales pueden ser foco de trata», sostiene el sargento que explica que, sin embargo, en muchas ocasiones las víctimas no se consideran como tal puesto que llegan a vivir circunstancias tan duras que las condiciones que les ofrece el tratante no les parecen mal. Además, el agente de la Guardia Civil explica que el factor cultural es fundamental puesto que en sus países de origen la policía suele formar parte de las mafias. «Por esa razón, porque no suelen fiarse de nosotros, trabajamos con asociaciones y oenegés que nos abren el camino a las víctimas», precisa el sargento.

En cualquier caso, la Guardia Civil conoce los indicios que revelan que hay un delito. «La ausencia de documentación, la falta de dinero o de libertad para deambular son las principales», explica el agente, que también sostiene que en el lugar de trabajo suele haber cámaras de seguridad e inhibidores de frecuencia.

La Guardia Civil de León trabaja junto a Europol dentro de un programa denominado Ciclo de Actuación de la UE contra la delincuencia organizada que, en principio, termina en 2017 y que, supone la realización de cuarenta intervenciones al año. Este año, alrededor de 16 tendrán lugar precisamente en explotaciones agrarias. «Lo que descubrimos es que estos trabajadores suelen trabajar entre ocho y doce horas con contratos de cuatro, en ocasiones duermen en dependencias anejas a las cuadras y suelen ser itinerantes», destaca el agente.

El sargento Carlos explica que la última operación de desarticulación de una red de trata en la que participó su equipo tuvo lugar en 2016. «Detuvimos a cuatro personas y liberamos a ocho víctimas en Valdevimbre», recuerda. El sargento Carlos subraya las penosas condiciones en las que vivían estos ciudadanos, de nacionalidad portuguesa. «Estaban vestidos con harapos y comían patatas de desecho. Sin embargo, estaban agradecidos a sus captores porque les vendían tabaco, comida y cerveza. Además, los días festivos les daban las sobras de su comida», recuerda el guardia civil. Llegaron con promesas de emeplo pero, lejos de obtener un contrato, una vez en León, fueron obligados a trabajar en labores agrícolas durante 15 horas al día y a vivir en condiciones de esclavitud. En 2008, tres pastores marroquíes fueron también liberados por la Guardia Civil. Habían llegado a España tras pagar a su tratante más de diez mil euros. Vivían en el establo, recibían pan como único sustento y no cobraban sueldo alguno.

El guardia civil añade que este tipo de trata tiene cada vez un carácter más transnacional debido al desarraigo que provoca en las víctimas y que, al tiempo, ayuda a las mafias, a las que califica de «cosificadoras de seres humanos». El agente añade que en ocasiones la privación de libertad no es completa con el fin de dar a la víctima una sensación de falsa autonomía. Esta sería una de las razones por las que una elevada cifra de denuncias que se producen cuando los que la sufren se han ido.