Entrar a matar
M ano a la pistola y la pistola a tu corazón, empieza el juego... ¿cuánta gente se apuntaría si hubiera de formarse un ejército de invasión que entrara a mano salva en Cataluña?... sinceridad, por favor... ¿y cuánta gente que no se atreviera o no pudiera alistarse jalearía la operación y hasta disculparía algo de napalm o, mejor todavía, un sutil exterminio civilizado?... ¿tú cómo lo harías?... no te engañes en las respuestas... ¿cuál es exactamente ese plan que blasonas en la barra y que resolvería en tres días la cuestión «si te dejaran a ti»?...
Puesto en pelma, Octavito se pinta como nadie y concluye que a todos nos late un criminal en el adentro secreto, ese que nos sale en algún momento de la vida cuando te enfurece el agravio humillante o te roban el aire... pues con estas especias, dijo, cuecen ese catapún catalán que ya está logrando hacer estropicio... buen disparate... hasta la vieja lírica anarcosindicalista arrimada a la Cup pide en este punto su papel reventón tirándose a la calle, a la bengala y al spray.
Habrá contusionados en ese enredo.... y mártires y jordileopoldos y jordiledezmas presos que hubieran quedado de foto en cualquier ventano de la Cárcel Modelo dando a la calle preñada de gente y vocerío; lástima, acaban de cerrarla (hay fotos icónicas de políticos en esa cárcel colgadas como retablillos del viacrucis del independentismo aquel). Vengan héroes y santos, la religión nacionalista los demanda.
Y Puigdemont sueña con ello, lo pide.
¿Y tú con qué sueñas?...
En el bastión celtibérico suenan también líricas exaltadas... y voces cuartelarias hacen entremeses para el corral de las comedias. Al carro de los deseos se le recalientan los bujes y echan humo las palabras porque salen de un incendio cerebral, general, con los azañistas diciendo que a Barcelona hay que bombardearla cada cuarenta años o los papistas unionistas jurando por Alejandro VI entrar a saco en la Roma catalana... delenda est... y todo, para nada, porque que al final de este estrepitoso embrollo habrá un «paz entre los ruines y mierda pa los pequeñines»... creedme, resumió, esto es teatro.