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NUEVAS IDEAS EMPRESARIALES

Échate una cabezada y vete

Madrid estrena un local pionero donde el cliente puede sestear y pagar como si fuera un párking. Los promotores del original negocio tomaron la idea de Japón, donde proliferan sitios de descanso

Entrada de Siesta & Go, primer local madrileño para descansar.

Publicado por
JUAN CARLOS ROSADO
León

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Seguro que más de uno se sorprenderá cuando se entere de que el invento de ofrecer locales públicos para disfrutar de una costumbre tan hispana como la siesta se debe, en realidad, a los japoneses. Empezaron por el flamenco, continuaron con el atún y ahora amenazan con hacer suya la célebre ‘cabezada’ española. Menos mal que a un grupo de españolitos se les ha ocurrido importar la idea del Lejano Oriente y montar en Madrid un negocio para vivir del descanso ajeno. Se llama ‘Siesta & Go’, está cerca del estadio Santiago Bernabéu y pasa por ser el primer local de estas características que se crea en España.

Cuando María Estrella Jorro, la joven ceutí propietaria del negocio, visitó el año pasado el país nipón se quedó asombrada de la cantidad de hotelitos de paso que había allí. “Proliferaban como floristerías”, recuerda la empresaria, que se puso rápidamente a buscar en Google locales de descanso y relax en España: “Salvo hoteles, no me apareció ninguno y pensé que podía ser una buena idea”. Dicho y hecho. El pasado 16 de mayo inauguró ‘Siesta & Go’ y con tan solo tres meses de rodaje ya tiene ofertas para convertirlo en franquicia. “Vamos a esperar un poco, pero las perspectivas son buenas”, reconoce.

Uno de los clientes de 'Siesta & Go' descansando en el local / JUAN MANUEL PRATS

El local está situado en los bajos de la zona comercial Azca, conocida por albergar el famoso edificio Windsor que ardió en llamas hace 12 años. Allí caben 19 personas, repartidas en siete habitaciones individuales y seis literas, a las que se le cobra como si fuera un parquing. Los que ocupan una habitación pagan siete euros por media hora, mientras que los que optan por la litera abonan cinco euros por descansar abajo y cuatro por hacerlo arriba, al ser más incómodo. La oferta de camas se completa con cinco mesas para los que quieren estudiar o trabajar con el ordenador. También tienen a su disposición tabletas y libros con los que distraerse en sus horas de relax.

Ejecutivos estresados

El grueso de los clientes, que suelen estar entre media y una hora en el ‘nido’, acude en la franja horaria que coincide con la siesta: de una a tres de la tarde. Entre ellos abundan los ejecutivos que trabajan en las numerosas torres de oficinas de la zona, ansiosos por desconectar de su agotadoras jornadas. “También hay muchos turistas con vuelos retrasados que vienen desde el aeropuerto a descansar (la estación de metro más próxima forma parte de la línea que lleva a Barajas), padres jóvenes que no han podido dormir bien por los hijos pequeños e incluso embarazadas que quieren descansar en el hueco de su jornada laboral”, explica Estrella.

El peligro de que el local se convierta en lugar indicado para encuentros sexuales fugaces queda conjurado con las normas del negocio, que prohíben compartir lecho. “Solo hay habitaciones individuales, y si vienen dos personas se les da dos cuartos o dos literas”, advierte Irene Gutiérrez, una de las trabajadoras. Aunque lleven solo tres meses de actividad, ya se han encontrado con situaciones curiosas y personajes pintorescos. “El otro día vinieron unos coreanos y al darles las zapatillas que les obligamos a ponerse por higiene y para evitar los ruidos, se quedaron sorprendidísimos y las rechazaron porque ellos querían entrar descalzos”, comenta divertida Irene.

 

Mesa de lectura en 'Siesta & Go' / JUAN MANUEL PRATS

Diego es un coruñés de 32 años que acaba de disfrutar de dos horas de descanso en ‘Siesta & Go’, después de pasarse toda la noche viajando en autobús a Madrid para cumplir unos trámites. “Estaba muerto de cansancio y se me ocurrió mirar por internet si había algún sitio donde echarse un rato”. El joven gallego pinchó la palabra “siesta” y se quedó sorprendido de que hubiese un local tan barato para esos menesteres. “Me parece una gran idea porque el sitio es muy cómodo, no hace falta ponerse tapones para dormir y es muy asequible: seguro que repito”, confiesa para deleite de la propietaria, convencida de que las “50 o 60 personas” de media que pasan cada día por su negocio es un buen aval para la continuidad del mismo. Y para la creación de una futura franquicia ‘siestera’ si el ejemplo cunde.