Duerme, mi niño

Me espantó verte tumbado boca abajo sobre la acera de la gran Rambla barcelonesa como si fueras una réplica exacta de aquel niño sirio Aylan en una playa griega, no hace mucho, imagen que tanto horadó nuestra conciencia (un rato), inmóvil, besando la arena, inerte... igual tú, tal cual, reventado por la furia criminal sobre ruedas de unas mentes abyectas y podridas de puta fe... pero sólo estás descansando después de tanta caminata urbana con tu familia... duerme, mi niño, y sueña con tantas cosas buenas como te prometía la vida, sueña con la carabela colombina que te esperaba al final de esa Rambla, allá en el puerto... embárcate y navega en ella por tus sueños luminosos y mágicos, olvídate de la última imagen que tuviste justo antes de dormirte, los bajos de una furgoneta asesina que sólo era la nave de Caronte llevando muertos al reino de Hades... tú corre hacia la carabela, no mires atrás, sino a la playa de tus sueños, cabalga las olas que mecerán tu destino y desde la proa grítale al viento «no tinc por»... sí, tú puedes decir ya ¡no tengo miedo!, lo mismo que gritó ayer la multitud citada en la plaza de Cataluña coreando una voluntad colectiva, «no tinc por», aunque te diré que en nosotros ese grito es pura mentira, no más que retórica anti-pavor y valentía lírica, pues la verdad es que tenemos miedo, mucho miedo, mi niño, estamos aterrados por lo fácil, lo enorme y sorpresivo con que nos sirve su terror esa caterva fanática que quizá te cruces un día en tu senda del mar de estrellas... no les odies, sobrándote más que a nadie razones para hacerlo, necesitan nuestro odio para cebar aún más su cerebro de gatillo y cuchillada... olvida el odio, te hará daño, no fue una cuestión personal, mi niño, no iban a por ti en concreto, sucedió que tú ibas vestido de todos nosotros, que somos su objetivo final... pero ahí estabas tú delante para parar la avalancha del verdugo... gracias... y duerme, mi niño, duerme, ya todo pasó... al menos no verás la próxima canallada que nos tienen requetescrita... estamos presos en una impotencia que enfurece y paraliza... y ese terrorismo es barato, de fácil imitación y sobran taraos.