Diario de León
Publicado por
pEDRO TRAPIELLO
León

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Tiene poderes esa chalina de profeta que está colgada en el perchero del café donde hacemos un rato de tertuliantes. Si estás in albis, dice Octavito, te la pones y ves cosas, como el Oráculo de Pedrún. Ni siquiera hace falta cerrar los ojos con ese aire trascendente de los que tienen revelaciones o visión larga. Las ves y ya está.

Se la puso Peláez, agnóstico corrupio él, y dijo uyuy, que me mareo, patí la chalina... y se la devolvió a Octavito, al que no hay que preguntar si está la cosa de meterse en charcos o paradojas, precisamente él, criado a las ubres de la razón pura... porque se mete.

Veo cosas, muchas cosas, dijo.

Veo que el dinero de papel o metal está fuera de circulación... todo se paga con tarjeta o cauce digital y, por consiguiente, nada es ajeno al gran ojo fiscal... todos los pagos y gastos están controlados, fichado todo movimiento... y ya no existe la declaración de la renta, Hacienda conoce cada transacción y la hace ella aplicando al instante la retención de impuestos.

Los vehículos son ya todos autónomos, conducir será delito en breve, se reduce casi a cero la accidentabilidad, baja el coche particular y suben los sistemas comunitarios de transporte... todo coche va dotado obligatoriamente de geolocalizador, sabiéndose al instante la situación, dirección y destino de cada cual; nada es ajeno al gran centro de control viario donde se recibe a su vez la visión en 360 grados de la cámara instalada en cada vehículo para transmitir toda incidencia exterior... y así, el Gran Ojo todo lo ve.

En ese futuro ya no se fuma, estofados o calderetas están prohibidos por ser cavernarios, sólo unos escasos bares pueden servir alcohol, los insectos -de la mosca a la miasma- no pueden matarse salvo casos y sólo por personal autorizado tras haber ganado los animalistas un largo contencioso internacional sobre el tema... y hay que informar o pedir permiso para poder ir al campo... ¿sí?, dijo Peláez, pues mañana mismo me piro a Tarna, me atizo un potaje infiel, mato después algunos tábanos de los que amoscan al ganao y, ya feliz, soltaré un pedo de brigada artillero... paaaaaaaaaatí, Octavito.

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