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DECISIÓN JUDICIAL

Libertad para la malagueña que huyó con sus hijas para no entregarlas a su expareja

Carmen Palomino, desaparecida desde julio de Archidona, fue denunciada por su expareja por sustracción de menores

Fachada de los juzgados de Archidona (Malaga)

Publicado por
JULIA CAMACHO
León

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Carmen Palomino, la mujer desaparecida junto a sus dos hijas desde el pasado mes de julio para evitar que las menores volvieran con su padre, ha quedado en libertad provisional tras prestar declaración ante el juez de Archidona (Málaga). La mujer, de 41 años, se ha entregado esta misma mañana informando que las dos niñas, de 7 y 5 años, estaban en el domicilio de los abuelos maternos. Ahora el juzgado deberá establecer el régimen de visitas mientras continúa adelante la denuncia por malos tratos que ella presentó contra su expareja el pasado mes de mayo.

Fue el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, quien explicó que la mujer se había entregado de forma voluntaria y estaba prestando declaración en el juzgado, por lo que quedaban sin efecto las medidas dictadas por el juez para localizarla y que acudiese a declarar sobre un presunto delito de sustracción de menores. Sobre Carmen pesaba una orden de detención y entrega desde el pasado 14 agosto, después de que su exmarido, de nacionalidad griega, denunciara que no había devuelto a las niñas en el punto de encuentro familiar incumpliendo el régimen de visitas establecido.

GUARDIA Y CUSTODIA

A la salida de los juzgados, la mujer ha reconocido a los medios de comunicación que se enteró de la orden de detención por la prensa, y que tenía pensado regresar a Archidona, por lo que aceleró su vuelta. Asimismo, ha querido dejar claro que no ha cometido ningún delito: “No ha habido secuestro de mis hijas porque la guardia y custodia la tengo yo”, recordando que el padre acudía a visitarlas cada dos o tres meses. “Soy buena madre diga quien diga lo contrario y no he mentido jamás ni lo voy a hacer, y lo voy a demostrar”, subrayó.

Fuentes judiciales han explicado que ambos padres mantienen ahora conversaciones a través de sus representantes legales para intentar fijar un régimen de visitas para el padre. Al mismo tiempo, el mismo juzgado que ordenó la detención continúa adelante con las diligencias sobre la denuncia presentada por Carmen en mayo acusando a su expareja de un presunto delito de violencia de género.

Tras escuchar su versión, la de su expareja y la de varios testigos, la juez acordó a petición de la fiscalía una orden de protección sobre la supuesta víctima, lo que motivó que la entrega de los menores tuviera que hacerse mediante intermediarios o en los puntos de encuentro. Semanas después, y también a instancias del ministerio público, la juez requirió a la Unidad de Valoración Integral de Violencia de Género (UVIVG) de la Junta de Andalucía un informe psicológico de la mujer para analizar la veracidad de su declaración judicial.

EXTRAÑEZA DE LOS VECINOS

La pareja contrajo matrimonio hace unos años y tras tener a sus dos hijas se separó. Legalmente desde el pasado verano. En los últimos tiempos no se veía a la mujer por el municipio, una pequeña localidad de apenas 8.500 habitantes donde reside toda su familia, algo que no extrañó a los vecinos dado que el hombre pasaba largas temporadas fuera trabajando y pensaron que podían haberse reconciliado.

No obstante, la mujer no llegó a poner nunca en conocimiento de los servicios sociales o del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) que fuera víctima de malos tratos. El caso de Carmen Palomino guarda muchos paralelismos con el de Juana Rivas, la vecina de Granada también huida para evitar tener que entregar a sus hijos a su padre, condenado por malos tratos hacia ella. Finalmente la justicia le obligó a devolverle a los niños, que se encuentran ahora en Italia, y a iniciar allí el proceso para obtener su custodia.

Por su parte, el marido de Carmen, T.S. insistió estos días atrás en una entrevista a 'Diario Sur' que no sabía nada de sus hijas desde que habló por teléfono con la pequeña el 8 de julio, y mostraba su preocupación porque nadie en el pueblo parecía saber dónde se encontraban. “Sólo me preocupa saber dónde están; no sé si están bien o les ha podido pasar algo”, señaló.