Querido Uriol
Movías la bandera estrellada de tal modo, que parecías estar abanicando devotamente las pelotas de los ángeles y demonios que sobrevuelan siempre las turbas humanas desde que el mundo es un lío.
Tu ardor nacionalista me admira. Te entregas, lo das todo contagiado de la agitación que emborracha la ley, la no ley y la calle estos días... estos años... estos futuros... y voceas en catalán, of course (cómo te gusta el inglés de pancarta), aunque tu catalán, lengua en la que te educaron de crío por ser segunda generación emigranta, denota aún lo ortopédico y le falta mucho para el veraz catalán, tono payés. Tu cara, sin embargo, tira un tanto a payesa, aunque es más velluda, más ancha y más sancha, manchega diría si me atreviera, no te ofendas. Bueno, y que además te apellidas Sánchez.
Ah, pero te llamas Oriol... Uriol.
Odias a España ya desde el patio de la escuela por pintártela siempre de verde picoleto y pardo castellán... y ya todo lo español te parecería odioso; todo y siempre, militando. No es normal, tú, ahí late un otro rencor resentido, inconfeso y mártir... o verdugo.
No entiendo bien que tengas que gritar independencia ocho veces más alto que el catalán de ocho apellidos chipés. ¿Haces tuyas sus razones para demostrarle que, si no tienes su raza, te sobra orgullo, gratitud y tuits de Rufián para ensalzarla?, ¿esperas quizá que un día tus hijos o nietos puedan casarse con una payesa?, porque no podrán aspirar a más, no sueñes ni te engañes.
Alentando independencias desde su sigilosa retaguardia de casino, esa catalanidad, esa burguesía tendera o esa aristocracia fabril de Liceu sólo se casan entre ellos, matrimonio es igual a patrimonio, no delires. Pero tranquilo, en algo compensarán tu apoyo (formalidá catalana, noi); al soberanista charnego se le agradece su lealtad de buen criado, pero nunca pasa del zaguán... y no vas a hacerlo tú, hijo de emigrante albañil, aunque ascendido a ingeniero electoral en el partido de Pujol... salvo que la cuenta de tu nieto le haga entonces par y pise el club. P/D ¿Y qué diría en todo este lío Durruti, tan ídolo en Cataluña y tan-poco leonés?...