El cuentismo

Mucho cuento es lo que hay era el latiguillo del dómine Nicanor Gorgojo al dar su parecer sobre antigüedades de hoy o novedades viejas... y hay mucho cuento, añadía, porque se roba mejor engañando que asaltando.

Cuentos... que toda la vida es cuento... y los cuentos... sueños son.

Hoy al cuento le dicen posverdad y así nos lo cuelan en la crónica de los días sentado junto a las certezas sin atisbársele ni vergüencita. Da igual cómo hayan sucedido las cosas, la clave está en cómo contarlas.

Del verbo contar viene el cuento.

Y quien hace un cuento hace ciento.

Un ejemplo, las religiones: «todas nacieron de un cuento, menos la mía, que es la verdadera», grita todo el mundo desde hace milenios. Y es que los dioses son muy de cuento y fantasía.

Otro caso: tras del racismo hay también un cuento (de miedos) con el que justificamos alejar de nuestra cazuela a los distintos y a los pobres.

¿Y el nacionalismo?... ¿no nace también de un cuento al que se añade una leyenda para convertirlo en mito popular que después un cronista pagado de sí mismo (o por el rey de bastos) pintará de historia oficiosa para que al fin pueda hacerla oficial el catedrático que busca patrias o doblones.?... y ya está, nación servida, linde, puerta, portazo, moneda rara... y caraperro.

El cuentismo todo lo tiñe: la política, lo alternativo, la etiqueta del vino pijo...

Que le den voz otra vez a León Felipe, zamorano de exilios y desengaños:

Yo no sé muchas cosas, es verdad.

Digo tan sólo lo que he visto.

Y he visto:

que la cuna del hombre la mecen con cuentos,

que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,

que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,

que los huesos del hombre los entierran con cuentos,

y que el miedo del hombre...

ha inventado todos los cuentos.

Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos...

y sé todos los cuentos.

(oímos, oímos... y la mitad es falso)