LEONESAS DE AYER Y HOY OLGA COBO FERNÁNDEZ
Pionera de los servicios sociales en León
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Pionera de los servicios sociales en León, cofundadora de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados y primera presidenta del Colegio de Trabajo Social, Olga Cobo Fernández (1929-2007) dejó a su profesión y a la provincia un legado que ahora le quieren reconocer con una calle en la ciudad.
Fue una mujer de pasión y acción. Tan amiga de pisar el terreno siempre duro de los problemas sociales como de transmitir conocimientos, lo que hizo como profesora en la Escuela de Trabajo Social y como divulgadora de las nuevas terapias para superar el alcoholismo.
Un grupo de alumnas y amigas impulsan el reconocimiento público que han llevado al Ayuntamiento de León y al que se ha sumado el Colegio de Trabajo Social con motivo de su 50 aniversario. Esperan que se adhiera también la Escuela Universitaria de Trabajo Social.
Olga Cobo tenía 32 años cuando se convirtió en alumna de la primera promoción de la Escuela de Asistentes Sociales fundada en 1961 por el obispo Almarcha, una de las primeras de España después de la de Barcelona. En 1964 se convirtió en la primera asistente social de la Diputación provincial. Fue el momento en que la institución se hizo cargo de los pacientes derivados al psiquiátrico de Santa Isabel, inaugurado ese mismo año. La nueva profesional, cuya misión nadie comprendía muy bien, iba a tener un papel clave en la valoración y derivación de los enfermos hacia este centro e incluso a Palencia, pues la Diputación también tenía un concierto con los hermanos de San Juan de Dios en la capital vecina.
Olga Cobo no se metió en un despacho para recibir los casos. Nadie hubiera acudido. Se subió al coche y se puso a recorrer la provincia para conocer la realidad. Pisó el barro de los pueblos y comprobó hasta qué punto los enfermos mentales también eran víctimas de la ocultación de de sus propias familias. Cuando llegó la reforma psiquiátrica lamentaría que se hiciera «a la tremenda». Su sobrino Javier Callado señala que le contagió la pasión por el mundo rural.
Una de las realidades que más conmovió a aquella trabajadora incansable fue el problema del alcoholismo. No escatimó esfuerzos para convencer, a las familias y a la sociedad, de que «el alcoholismo no es un vicio sino una enfermedad». Cuando nadie lo decía, ella ya lo voceaba: «El alcohol es una droga; en mi opinión, es mucho peor que el porro», llegó a afirmar. Corría el año 71 cuando fundó con el doctor Melón el grupo que daría lugar la actual Asociación de Alcohólicos Rehabilitados. Es indispensable asociarse para conseguir cosas», dijo a la periodista Pilar Casado cuando fue homenajeada por sus treinta años de servicio público.
Católica practicante, fue una firme defensora del divorcio mucho antes de su aprobación en España. En el período de debate de la Constitución de 1978 declaró en la prensa leonesa: «Yo puedo ser divorcista o no, pero siempre tendré que admitir una evidencia como es la existentecia de muchas parejas que necesitan del divorcio, porque casi siempre la separación conyugal es una solución y no un castigo». Lo decía con conocimiento de causa y del desamparo de muchas mujeres que eran abandonadas por sus maridos sin derechos o vivían el infierno de los malos tratos.
La profesionalización de los servicios sociales en la provincia arrancó prácticamente de cero y con mucho entusiasmo de aquellas primeras asistentes sociales que salieron de la escuela y empezaron a trabajar en la Diputación o en el Ayuntamiento de León, caso de su compañera Pilar Sandoval. Otras abrían camino a un trabajo desconocido en empresas como la Hullera Vasco Leonesa, como recuerdan las trabajadoras sociales de varias generaciones que ahora reivindican su figura (Ana Rodríguez Gordón, Antonia Blanco Ruiz, Begoña García Álvarez, Conchita Vinagre Candanedo, María Dolores Rueda, Elisa Del Campo González y Margarita Alonso Sangregorio).
Olga Cobo peleó por el reconocimiento de Trabajo Social como carrera universitaria y fue agente activa en la transformación del sistema de Beneficencia, basado en la caridad y en el asistencialismo, en los servicios sociales básicos como uno de los pilares del estado de Bienestar.
La modernidad no le pilló de nuevas. Fue una gran prospectora social y una maestra «antes que colega: nos enseñó a sistematizar los informes; no le gustaba la paja». Olga Cobo ya daba voz a los ancianos cuando nadie les escuchaba en las residencias.En los últimos años de su vida profesional la experiencia que atesoraba no siempre fue aprovechada en la Diputación. «No era complaciente y tenía genio, pero tanto como humanidad», resaltan sus compañeras.