«Empezar con los masajes me permitió tocar la piel del bebé por primera vez»

c. tapia| león

Hugo tiene tres años y medio. Nació con 32 semanas de gestación y 1.660 gramos de peso. Lloró con fuerza al nacer y eso tranquilizó a sus padres, Vanesa y Francisco. «Ingresé con 27 semanas de gestación, pero me controlaron el parto hasta las 32 semanas. Nunca supimos por qué se adelantó tanto. El día anterior me había hecho una ecografía en 4D y todo estaba bien», recuerda Vanesa, primera madre en apuntarse a los talleres de masajes para participar en la investigación que se iniciaba entonces en el Hospital de León. «Me enseñaron a hacer masajes y el primer día se los dieron ellos para que lo vieran otros padres». Para Vanesa «fue muy importante tocar por primera vez al niño. Hasta ese momento tenía que ponerme guantes». Dedicaba 15 minutos por la mañana y otros 15 por la tarde —hace tres años las familias tenían un horario de visitas—. «Se quedaba tranquilo y relajado. Cuando nos dieron el alta, a los 23 días, pesaba 2.200 gramos».

Hugo es un niño inquieto, le gusta correr y jugar al balón. «Le ha costado ganar peso porque no es buen comedor», asegura su madre, que aconseja a las familias que están pasando por esta experiencia «que tengan paciencia, que todo pasa».