MÁXIMO LAGO FERNÁNDEZ. 745 GRAMOS AL NACER
«Rezaba, me extraía leche y esperaba. Hasta que no toqué su piel no lo hice mío»
c. tapia | león
Con angustia y responsabilidad. Así vivieron Carmen Fernández y Nathel Lago el nacimiento de su hijo Máximo. «Fue un desprendimiento de placenta. Nació a las 27 semanas y seis días de gestación y pesó 745 gramos. Máximo es un gran prematuro que pasó 48 días en la uci de neonatos del Hospital de León. «Perdió hasta los 700 gramos», recuerda su madre. «Nació por cesárea. Fue todo muy abrupto, muy rápido. Lo llevaron a la uci y tardé dos días en subir a verlo». La naturaleza la salvó del shock inicial. «Tuve mucha leche. Me sacaba mucha leche, incluso pude congelarla después en mi casa. Así pude alimentar a mi hijo, aunque por sonda. Me agarré a eso. Pasaba el día rezando y sacándome leche. Tuve mucha disciplina. Pude darle leche materna después de que le dieran el alta, pero le costaba mucho tragar». Carmen comenzó con los masajes cuando Máximo llevaba 60 días ingresado. «Era el primer contacto que tuve con mi bebé. Los niños prematuros están sin hacer. Tenía miedo. No sabía si involucrarme mucho porque desconocía lo que iba a pasar. Viví una montaña de sentimientos. Al tocarlo lo hice mío».
Máximo pasó 84 días ingresado y cuando le dieron el alta pesaba 2.200 gramos. «En casa seguí con los masajes. Tenía una dedicación absoluta, siempre atenta a sus reacciones». Ahora ha empezado a ir al colegio. Pesa 12 kilos 700 gramos y está en el percentil 3. «Hemos luchado mucho para que esté dentro del percentil. Es mal comedor pero no tiene secuelas graves. Está bien que se sepa todo lo que implica tener un niño prematuro».