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Auschwitz, radiografía del horror
La exposición definitiva sobre el terrible campo de exterminio nazi reúne 600 objetos y testimonios de las víctimas.
miguel lorenci | madrid
Estremecedora y necesaria. Así es la muestra definitiva sobre Auschwitz, una radiografía del horror que, organizada por una empresa donostiarra, girará por medio mundo durante los próximos siete años. Es la más extensa dedicada nunca al mayor campo de exterminio nazi, el infierno en el que fueron recluidos, saqueados, torturados y asesinados más de uno de los seis millones de judíos inocentes exterminados por la demencial barbarie de la limpieza étnica de la Alemania de Hitler. Una muestra que remueve las entrañas, encoge el alma y golpea la razón. Y que ha generado una cascada de ataques de negacionistas, antisemitas y ultras en las redes. Titulada No hace mucho. No muy lejos, es una advertencia sobre la fina y frágil frontera entre la normalidad del bienestar democrático y el delirio populista, entre la vida y la infernal industria de la muerte. De que existe una posibilidad muy cierta de que el odio vuelva a desbocarse. «Ocurrió: En consecuencia puede volver a ocurrir en cualquier lugar: Esto es la esencia de lo que queremos decir», advirtió el italiano Primo Levi, superviviente del campo liberado por las atónitas tropas soviéticas el 27 de enero de 1945.
En cartel hasta finales de junio próximo, Madrid es la primera y única sede española de un proyecto impulsado por Musealia, empresa vasca que dirige Luis Ferreiro y que ha contado con la necesaria colaboración del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, gestor de los restos del campo de exterminio y celoso guardián de la trágica memoria del hoy símbolo del Holocausto, alzado por Himmler y los artífices de la «solución final» en la Polonia ocupada entre 1940 y 1945.
El Centro de Exposiciones Arte Canal ha reunido más de 600 piezas del execrable campo de exterminio nazi y un abundante material audiovisual inédito que se muestra en 25 espacios y más de 2.500 metros cuadrados. Uno de los vagones en los que los judíos llegaban a Auschwitz hacinados como animales recibe al espectador. Da paso un montaje que quiere ser una vacuna contra el horror que radiografía. No es fácil contener la emoción ante las maletas, zapatos y enseres de los prisioneros, las vistas de las cámaras de gas y los crematorios, las alambradas electrificadas o la sección de uno de los inmundos barracones con camastros de Auschwitz III-Monowitz en los que los presos se hacinaban su inexorable viaje hacia la muerte.
Robert Jan Van Pelt, historiador holandés afincado en Canadá y toda una autoridad sobre Auschwitz y el Holocausto, es el comisario jefe de la muestra que confronta los universos paralelos en los que vivieron víctimas y verdugos. Frente a las fotografía de una pira de cadáveres gaseados o de la mesa de operaciones de Menguele, los comentarios bucólicos del comandante del campo, Rudolf Hoess.