SE ESTRENA EL VIERNES
Álex de la Iglesia: "Vivimos tiempos de corrección política talibán"
El cineasta habla de los secretos de pareja en 'Perfectos desconocidos', donde una cena de amigos con el móvil de por medio abre la caja de los truenos
Un grupo de amigos se reúnen para cenar. Hace mucho que peinan canas, todos tienen parejas estables (menos uno) pero se siguen comportando como cuando eran unos chavales. Hablan y bromean sobre sexualidad, amistad, amor, paternidad, viajes… Antes de empezar con el primer plato, alguien propone un juego: poner los móviles encima de la mesa para que todos escuchen las conversaciones y lean los mensajes que se reciban a lo largo de la noche. Se abre la caja de los truenos de 'Perfectos desconocidos', brillante y radical comedia en la que el hiperactivo cineasta Álex de la Iglesia -una vez más- nos muestra lo miserables que podemos llegar a ser (casi) todos. 'Remake' de un título italiano, la película se estrena el viernes con todas las papeletas para arrasar en taquilla.
Nos hemos convertido en adictos al móvil. Yo lo soy, no puedo vivir sin él, igual que mis personajes. Pero no lo quiero demonizar. Es algo que ha cambiado mi vida. Gracias a él, tengo contacto directo con mis hijas cuando están con su madre [de la que está divorciado]. Comparto fotos, información, viajes y libros.
¿Me enseñaría su último mensaje de WhatsApp? Sin problema, pero ahora no tengo aquí el móvil. Una cosa: no conviene compartir todo en las relaciones de pareja. Hay que tener secretos, ese es el mensaje de 'Perfectos desconocidos'. En los grupos de WhatsApp es fácil confundirte y mandar algo al que no tenías que hacerlo.
En la película hay infidelidades que se conocen por el móvil. Como en la vida real. Le puedo contar dos divorcios en mi círculo cercano.
¿Mandaron un mensaje al destinatario equivocado? No. Se dejó la clave del móvil sin cerrar. La intimidad es necesaria, porque estamos regalando nuestra identidad a la gente.
¿Usted no mira el móvil de su pareja [la actriz y productora Carolina Bang]? No. Ni ella el mío. Los dos podemos hacerlo pero no lo hacemos. Se llama respeto. Antes se llamaba educación.
Fotograma de 'Perfectos desconocidos'
Uno sale de ver ‘Perfectos desconocidos’ y deduce que la fidelidad no existe. ¿La fidelidad es hacer las cosas bien? Entonces le aseguro que ningunos somos fieles. Me gusta la gente que se equivoca. Hay un personaje que es infiel y después se da cuenta de que se ha equivocado. Se aburría y se ha encontrado con un tipo deleznable y simpático, que son los más peligrosos. Tropieza y cae con él. Y después se da cuenta de que su marido es un tío estupendo y que le quiere. El otro es un cretino. ¿Por qué ella no puede dar marcha atrás?
'Perfectos desconocidos' es una película de encargo, la tercera tras ‘Los crímenes de Oxford’ y el documental sobre Messi. Pero su sello personal está muy presente. Es imposible que no sea Álex de la Iglesia cien por cien. Lucho constantemente contra esa obsesión por la autoría. Intento ser diferente en todos mis trabajos, por eso he aceptado hacer esta. Mi director favorito es Sidney Lumet. ¿De qué van sus películas? ¿Cuál es su autoría? Todas son buenas y muy diferentes. Cuando cocino echo mucha sal y mucho picante. Y me cargo el plato. Lo mismo me pasa en el cine, soy un tipo muy exagerado e histriónico. Me gusta todo al límite. Del cordero me como la piel. Como espectador es curioso porque no me gusta el cine extremo.
Corren tiempos de corrección política. En algunas escenas peliagudas el público puede pensar ¿me estaré riendo demasiado? Corrección talibán, mejor dicho. Confundimos ficción con realidad. En el cine se plantean conflictos para generar una reacción en el público, pero últimamente parece que tenemos que prohibir a Dickens porque en sus libros pegan a los niños.
¿Ha tenido en cuenta esa corrección política a la hora de repartir cera entre los hombres y las mujeres de la película? Ahora existe una censura interior, tienes un tío dentro de la cabeza que te dice que tengas cuidado. "No lo pongas, que vas a tener problemas", te dice esa voz.
Usted siempre afirma que si no queremos ofender a nadie, al final terminaremos haciendo todos pan Bimbo, que gusta a todo el mundo. Una obra maestra como 'Grupo salvaje' (Sam Peckinpah, 1969) hoy no se podría ni rodar. Por la incorrección moral, política y por todo. ¿Qué sentido tiene borrar a Kevin Spacey de una película? Él puede ser un miserable, pero su trabajo no lo es. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Es obvio que debemos perseguir ese tipo de comportamientos y castigarlos con la cárcel. Pero no mezclemos una cosa con otra. A todos nos gustan las aventuras de Tintín. Y Hergé era filonazi.
Vale, usted no borraría a Spacey. Pero, ¿le contrataría? No puedes. Puedes volverte loco y hacer el esfuerzo, pero sabes que te generas un problema. Hacer cine o tener una opinión acerca de las cosas es generarte un problema. Hay gente que vive esquivando cualquier tipo de responsabilidad, pero hay un momento en que tienes que opinar.
Los personajes públicos tienen un plus de responsabilidad. Sí, por eso intento no hablar de lo que no sé. Pero si me preguntan por Kevin Spacey, sé que la solución no está en borrarle de películas. Y en este ambiente olvídate de la ironía y del humor. Nada es ya gracioso, todo es susceptible de ofensa. Por eso nos va mal, porque no hay distancia para discutir una cosa. Todo el mundo está en primera línea de batalla, no puedes confrontar una idea con tranquilidad. Por eso hacemos comedia y existe la ficción, para discutir en un entorno inocente un problema grave. El humor es un arma y un escudo que te sirve para frenar el horror de la vida real. Si alguien me odia y hace un chiste, yo lo valoro.
¿Hay acoso sexual en el cine español? Ha habido gente que se ha quejado, como Belén Rueda y otras muchas. De todas maneras, el acoso y el abuso surgen donde hay un centro de poder potente. Aquí no tenemos un Harvey Weinstein, gente con mucho poder que mueve mucho dinero.
No para de trabajar. Hace meses estrenó 'El bar'. Y ahora, 'Perfectos desconocidos', un encargo de Telecinco Cinema. ¿Han quedado ya lejos los tiempos en los que hipotecaba dos veces su casa para hacer cine? No crea. El dinero que gano lo invierto para la siguiente película, que, por cierto, me está costando mucho. También intento hacer una serie, pero también cuesta.
¿Ha llamado a Netflix? En eso estoy.