Diario de León

El asesino que diezmó León

La despoblación que asola a la provincia tuvo un antecedente tenebroso. El año que viene se cumplen cien años de la llegada a León de la gripe española, que arrasó hogares enteros y llenó los cementerios de decenas de ayuntamientos. Al día morían alrededor de cien personas.

Imagen de los pleigos del los huérfanos que se conserva en el Archivo Provincial. Los niños estuvieron entre las principales víctimas de la gripe española durante la primera oleada. JESÚS F. SALVADORES

Imagen de los pleigos del los huérfanos que se conserva en el Archivo Provincial. Los niños estuvieron entre las principales víctimas de la gripe española durante la primera oleada. JESÚS F. SALVADORES

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cristina fanjul | león

El desierto demográfico no es un visitante desconocido para León. Hace cien años, en 1918, la provincia se convirtió en una de las regiones españolas más golpeadas por la mal llamada gripe española. La plaga fue devastadora y golpeó a la población con una magnitud desconocida. Además, en el caso de León, hay que unir la ola migratoria que pocos años antes había sufrido el Bierzo a causa de la filoxera — una enfermedad que sufrieron los viñedos y sumergió la comarca en la miseria— y que llevó a que más de 20.000 personas abandonaran sus casas entre 1885 y 1920.

La censura de la época funcionó y la prensa de aquel año, 1918, apenas le dedicó nueve informaciones a la gripe, todas ellas durante los meses de septiembre y octubre. El miércoles, 30 de octubre, una noticia alerta de que el enemigo ha llegado a la ciudad: «¡Ya ha comenzado a tirar derrotes a diestro y siniestro y a engarrafar gente joven y pletórica de ilusiones y de vida en sus temibles tentáculos».

La primera de las informaciones que publica Diario de León acerca de la plaga está fechada el 27 de septiembre en una noticia titulada La salud del Ejército. En ella, se dejaba constancia de que la opinión pública estaba preocupada por una sospechosa enfermedad en los cuarteles de toda España. Es la primera vez que se denomina a dicha enfermedad con el nombre de gripe, si bien el redactor deja constancia de sus dudas, nada científicas por otro lado. Y es que, según sostiene, «los que aparecen atacados por la enfermedad son los reclutas, mientras que los veteranos, sometidos a idénticas condiciones de habitación y comida, quedan inmunes». Asimismo, advierte el autor de que la gripe no ha atacado con la misma virulencia a la población civil. Por ello, el periodista se pregunta si la causa de las muertes puede estar en una vacuna aplicada en malas condiciones. Además, el autor de la información subraya que la plaga ha podido propagarse con mayor rapidez debido al «hacinamiento de carne humana en cuarteles de pésimas condiciones higiénicas. Lo creemos porque existen cuarteles que más que para alojamiento de soldados debieran dedicarse a establos de animales».

Caían de cien en cien

El único arma con el que contaban las autoridades sanitarias para hacer frente a la gripe era desinfectante, extremo que explica la temible lista de fallecidos y enfermos que cada día iba sumando el registro de enfermos. Tan sólo en un día, la enfermedad había hecho más de tres mil rehenes en toda la provincia, mientras que los muertos aumentaban, en ocasiones más de medio centenar cada 24 horas. La provincia contaba 386.000 habitantes a principios de siglo XX, una cifra cuya ‘talla’ cambió de manera radical tras el paso de la gripe. En la capital, se producían a causa de la enfermedad alrededor de tres defunciones diarias, pero lo peor estaba en los pueblos, En el caso de Benavides, por ejemplo, se anuncia que la plaga sigue en aumento y ya suma 285 casos. Poco si lo comparamos con Destriana, con 600 casos, o Laguna de Negrillos, con 500, la misma cifra que en Vegas del Condado. El récord más triste se lo lleva Vegaquemada, donde el virus logró hacerse fuerte en 800 personas. Si tenemos en cuenta el número de habitantes que el Ayuntamiento tenía en aquellos años, alrededor de 1.700, podemos concluir con que casi la mitad de la población fue esquilmada por el virus de la gripe. Cada día, la parca aumentaba el registro mortal y se llevaba alrededor de cien personas al día.

Limpieza municipal

El Ayuntamiento de León puso en marcha una campaña de higienización cuyas medidas más importantes fueron la desinfección de los domicilios, el recogido de los despojos y la «barredura». Además, las autoridades sanitarias dio luz verde a un plan para acabar con los estercoleros que se multiplicaban por la ciudad con el fin de que no se convirtieran en una incubadora de gérmenes. El proyecto se aplicó en el espacio comprendido entre los muros de San Isidoro, calleja del Molino (detrás de la Cárcel), Las Carreras, Barrio de los Quiñones, Santa Ana, calle de San Lorenzo, Azabachería, Cantarranas, rinconada de Gómez Salazar y calleja del Hospicio. Además, se cerraron los teatros para evitar con ello la aglomeración de personas.

La socióloga Beatriz Echeverri Dávila explica en sus investigaciones que la segunda oleada de la gripe se propagó velozmente a partir del mes de septiembre, justamente cuando las páginas de necrológicas del periódico comienzan a llenarse de difuntos. La investigadora destaca que los canales de propagación fueron los dos grandes ejes ferroviarios Irún-Madrid y Cataluña-Almería. La influenza presentó las mayores tasas de mortalidad en el Noroeste (provincias de León, Zamora, Orense, Burgos y Palencia, con tasas superiores al 10 por mil). Al igual que en el resto del mundo, en España la pandemia golpeó especialmente a los adultos jóvenes. Echevarri Dávila explica que en un año no epidémico, las muertes por gripe se concentran en los dos grupos biológicamente más débiles: los niños menores de un año y los adultos mayores de sesenta. Sin embargo, a partir de 1918, año en el que se producen la mayor parte de infecciones en la provincia, la mortalidad más elevada se registra entre las personas con edades comprendidas entre 25 y 30 años. Esto propició, por lo tanto, un retraso en el desarrollo de la provincia, puesto que fueron los hombres y mujeres en edad de trabajar los que sucumbieron. Además, la gripe provocó un lógico descenso en la natalidad.

Después de este gran grupo de edades intermedias, el sector de la población más afectado por la mortalidad pandémica fue el que tenía menos de un año y que alcanzó tasas cercanas a las del grupo 25-39, seguidos de los del comprendido entre uno y cuatro años.

Con suero de mosca

A finales del mes de octubre, la Inspección Provincial de Salud comienza a usar un nuevo procedimiento contra la gripe. Consiste en practicar una «revulsión en el pecho del enfermo por medio de una cantárida, una mosca usada en medicina hasta principios del siglo XX como vesicante, desinfectando la piel de la región en la que va a practicarse. Obtenida la ampolla, llena de serosidad, se unta con tintura de yodo un pedacito de piel y por este punto se practica una punción con la aguja de una jeringuilla». A continuación, según afirma la información, se inyectaba el líquido de la ampolla en cualquier parte del cuerpo.

A estos remedios se unió la oración dictada por que el obispo de León y que tituló Pro tempore pestilentiae. El obispo anima a los fieles y les advierte de que de nada servirán las medidas puestas en marcha por las autoridades sanitarias para acabar con la plaga: «Procurarán los párrocos dar conocimiento a sus feligreses de esta nueva disposición, exhortándolos a que se arrepientan de sus culpas y cumplan fielmente sus deberes religiosos porque los pecados son la causa de los azotes con que Dios nos castiga. Por tanto, la oración y la penitencia son los medios que hemos de emplear para obtener del Altísimo la cesación de la epidemia reinante».. Entre las razones que cita el obispo para explicar la incidencia de la gripe destaca la profanación de los días festivos, la blasfemia, las diversiones obscenas e inmorales y el libertinaje.

Portada del Diario de León en el que se recoge la mortalidad de la epidemia de gripe

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