«El Daesh paga 150.000 dólares por nuestra cabeza»
El combatiente leonés que lucha contra el Daesh en Irak desde hace cuatro años alerta de que hay más del 50.000 europeos luchando en las filas del grupo islamista y advierte de que los miembros del grupo terrorista no desaparecen. «Se afeitan y esperan a que llegue su momento»..
cristina fanjul | león
«Ninguno está a salvo. Matarnos es tan fácil como parar un coche ante nosotros y disparar. Y ya, se acabó». Delil, el combatiente leonés que lleva cuatro años en Sinjar, en el Kurdistán iraquí, asegura que el Daesh ofrece 150.000 dólares por la cabeza de cada brigadista internacional. Sostiene además que los terroristas no desaparecen. «Se afeitan la barba y esperan su momento. Si pueden, atacarán», declara el médico leonés. Ex militar, sirvió en la brigada de paracaidistas del Ejército hasta que decidió abandonarlo todo y, en pleno genocidio de la población yazidí y de los cristianos iraquíes por parte de los terroristas en el año 2014, decidió trasladarse a Irak para unirse a las YBS, las milicias de autodefensa de Sinjar. Hace menos de un mes salió de una cárcel de los servicios secretos del PDK, el partido de Masud Barzani, donde estuvo recluido durante cien días sin una explicación, sin cargos y sin que, según asegura, la Embajada española en Irak «moviera un dedo» por ayudarle. Delil y otros dos españoles que estuvieron junto a él en la prisión de Erbil aseguran que el cónsul de España en la zona les reclamó entre mil y tres mil euros a cambio de la libertad y defienden que la práctica no es más que una red de extorsión a través de la cual el PDK secuestra a combatientes españoles con el fin de obtener financiación. «No les pasaba a los británicos. Allí, su embajada les protege», denuncia Delil, que estuvo más de 37 días incomunicado hasta que le permitieron realizar la primera llamada. Subraya que durante los más de tres meses que ha pasado en poder de los carceleros de Marzani ha recibido palizas, ha sufrido varias enfermedades y ha sido confinado a celdas de castigo. «La labor del embajador es la de ayudarnos, pero mis familiares ni siquiera recibieron una llamada», asegura el médico leonés. Sus allegados confirman la versión, de la misma manera que otro de los encarcelados, un onubense bautizado por el YSB como Agir. Éste último tuvo que pagar para salir de la prisión. Además, la historia se vuelve más insólita si cabe porque a las 24 horas de que la Embajada española en Irak asegurara que Delil seguiría en la cárcel «por una larga temporada», el leonés fue liberado. Diario de León se ha puesto en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores con el fin de conocer la postura de la embajada, pero de momento, no ha recibido respuesta alguna.
Delil pasó esos cien días en la celda número 2 junto a otras 198 personas; apenas 65 metros cuadrados en los que ni siquiera se podía poner en pie. Asegura que fueron las milicias del YBS las que lograron su salida de la prisión. «Fueron ellos los que compraron mi billete de avión y me pagaron la habitación de hotel en El Cairo», sostiene el combatiente, que afirma que regresará a Singar.
El médico explica que cada vez que llega a España mantiene encuentros con la Guardia Civil, reuniones con las que las Fuerzas de Seguridad del Estado tratan de acceder a información que de otra manera resultaría casi imposible de conseguir. Y es que, según el brigadista, en el avispero de Irak y Siria hay más de 50.000 europeos que luchan en las filas del Daesh y que, antes o después, pueden retornar. «Siempre que regreso a Irak aviso a la Guardia Civil», dice.
El combatiente sostiene que luchar y ayudar a los jazidíes es una de las cosas que más le ha merecido la pena a lo largo de su vida, a pesar de la tragedia que vive un pueblo que mira la muerte de cara. «Lo más duro es lavar el cadáver de alguien con el que esa misma mañana has tomado el té, adecentar su rostro para llevárselo a su familia», explica al tiempo que advierte de que hay cientos de españoles luchando contra el Daesh en alguna de las milicias de Irak y Siria. Por ello, considera que sería un error que les acusaran de pertenencia a banda armada o que les califiquen de mercenarios. «Antes de que nosotros llegáramos a Sinjar, la Cruz Roja no llevaba medicamentos y las ambulancias no llegaban a su destino porque eran atacadas por el Daesh», recuerda. Delil subraya que los terroristas mataban a los heridos y cortaban la cabeza a los sanitarios que iban con ellos para sembrar el terror. «Ahora, las cosas han cambiado y todas las ambulancias van escoltadas», dice.
En cuanto al combate, el brigadista leonés destaca que en ese momento ni se habla ni se piensa. «Actúas; eso es todo. Cuando veo a un miembro del Daesh, o le vuelo la cabeza o le pongo a recaudo». Sin embargo, pone el énfasis en la condición pacifista de los jazidíes, que siempre que pueden detienen a los terroristas, no les matan. «Les ponen bajo custodia e intentan reeducarles», revela, una actitud que, según destaca Delil, «habla por sí sola de este pueblo».
El combatiente leonés asegura que no puede dar la espalda a personas que viven la guerra con dignidad. «Cuando estoy allí puedo ver al día más de 45 heridos de bala», asegura al tiempo que recuerda a un brigadista hebreo que conoció al poco de llegar a Sinjar. «Me dijo que en su religión hay un dicho que dice que quien salva a una persona salva al mundo entero. Un día, me llegó un hombre con las tripas fuera. Yo le realicé las curas de emergencia y cuando llegamos al hospital me aseguraron que sin mi ayuda, habría muerto. Hoy está vivo», dice con orgullo.