Por favor, cierren ya las Cortes

Si, si, que las cierren. Las próximas elecciones serán tres menos, tres procuradores que dejarán la silla vacía, como la comunidad, que en breve será una entelequia, una historia de leyenda para los Dan Brown del futuro. ¿Quién sabe? Podremos rascar dinero de la ruina. El polvo renta según quien lo gestione, como todo. Pero ahora, en dos años, resulta que León, Segovia y Salamanca se quedan con menos representantes para sentarse en Valladolid, esa capital ‘virtual’ que trata por todos los medios de pasar inadvertida mientras engorda la cuenta de resultados. ¿Qué dónde va un procurador? En vista de los últimos cuarenta años, a ningún lado, que da igual que tengamos catorce que trece, pero es el síntoma de que esta comunidad no funciona y lo que no va, mejor borrarlo cuanto antes, clausuremos y punto y final, que al final vamos hacia un país en el que tres comunidades tendrán que llevar a sus espaldas al resto, un país en el que la despoblación, el envejecimiento y la ausencia de sistema productivo augura una meta de obligada recentralización.

Ya no vale hablar de León, pero la realidad es que lo que tiene que pasar, ha pasado ya ¿Resistirá el eje a la inercia? Nadie lo hará. Este drama tiene varias puntos de apoyo. El más importante, sin duda, son los impuestos, un sistema fiscal basado en la desigualdad en el punto de partida y la capacidad de acabar con el gravamen autonómico para engordar las arcas públicas.

Mientras, las comunidades del furgón de cola seguirán pobres, viejas y desestructuradas, con las costuras de una Hacienda cada vez más glotona, y para nada. La nada, ya les digo. El cupo vasco se extenderá a Cataluña en menos que canta un gallo, y un gigantesco área metropolitana, Madrid, cada vez más voraz, cada vez más insaciable, convertirá al resto, a fuerza de dumping fiscal, en región subsidiaria de renta y vida. Así que vayan preparando la liquidación. Todos, vosotros también, ya sois, como el resto, cadáveres en día de permiso.