CORNADA DE LOBO
Porco governo
Vivimos a trote de matacaballo y eso no es nada bueno. Vivimos presos de rutinas automáticas y eso es hacer la vida números y perdernos la música y el verso libre. Y vivimos una absoluta orfandad material cada vez que una rutina como abrir el grifo, encender la luz o enchufar la tele se chafa por fallo o fuerza mayor, sorpresa que nos deja cara de bobo pringao, aunque al instante blasfemamos buscando culpables, nuestro primer esfuerzo para arreglarlo, así que no es difícil imaginar los juramentos de los miles de usuarios atrapados en la cárcel blanca de una autopista negra como ocurrió días atrás.
Situación similar se produjo hace no mucho aquí, en la autopista que cruza Luna, y hubo marimorena que aplacó la autoridá con promesitas a santa Bárbara Chica de que cosas así no volverían a ocurrir, pero al igual que vuelven golondrinas o galernas, siguen sucediéndose una y otra vez como si fueran ediciones «corregidas y aumentadas».
Al igual que los italianos dicen «¿piove?, ¡porco governo!» (¿llueve?, ¡puerco gobierno!), aquí ya podemos decir «¿nieva?, ¡cochino gobierno!», pues ni escobas sacó para barrer su casa porque en el palco del fútbol donde orondeaba el baranda jamás nieva ni llueve ni se escucha más clamor que el de la grada propia halagando su oreja: tranquilo, jefe, es un imponderable y te salvas diciendo «nevada histórica»... di que el primer culpable del colapso es el conductor... y si no, la concesionaria.
Para la gente atrapada la broma fue canalla y un viaje rutinario de retorno se convirtió en prisión con noche de incertidumbre y angustia, sobre todo en cada coche con criaturas... pero al igual que los males, también este vino por bien y donde no llegó el incompetente desgobierno alcanzó la espontánea gente solidaria, trabes de ayuda mutua, bares de Villacastín abiertos toda la noche, el ejemplo de la Ume... y a mal tiempo, unos eligieron buena cara o un «arímate pacá» y les nacieron nuevos amigos... y veo a mucho guaje viviéndolo como episodio de aventura que jamás olvidarán gracias a que una rutina se rompió y las cosas no fueron normales... ni anodinas.