Diario de León

PROCESO JUDICIAL

El fiscal reclama 22 años para un profesor pederasta de los Maristas de Barcelona

La acusación sostiene que Joaquim Benítez aprovechó su condición de docente para abusar sexualmente de cuatro alumnos

Joaquim Benítez entra en el Instituto de Medicina Legal de Catalunya para hacerse una revisión ordenada por el juez, en febrero del 2016.

Joaquim Benítez entra en el Instituto de Medicina Legal de Catalunya para hacerse una revisión ordenada por el juez, en febrero del 2016.

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EL PERIÓDICO
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Joaquim Benítez abusó sexualmente de cuatro alumnos entre el 2006 y el 2010 cuando ejercía de profesor de educación física en la escuela de los Maristas de Sants-Les Corts en Barcelona. Les masturbaba, hacía felaciones, tocaba, besaba o pedía que le hicieran lo mismo a él. A una de sus víctimas le conminó a que le penetrara analmente. Eso es lo que considera acreditado la Fiscalía de Barcelona, que solicita para el exdocente (ahora ya no ejerce) un total de 22 años de prisión, inhabilitación para ser maestro y el pago de 70.000 euros de indemnización a sus víctimas.

El caso de Benítez es el único que llegará a juicio, a pesar de que exalumnos de los colegios maristas de Sants-Les Corts, la Inmaculada, en el distrito barcelonés del Eixample, y Badalona presentaron 43 denuncias contra 12 docentes y un monitor de comedor. La mayoría de las denuncias fueron archivadas por la prescripción del delito por el paso del tiempo. Por lo tanto, han quedado impunes, aunque tres profesores, entre ellos Benítez, confesaron los abusos.

En el escrito de acusación entregado en la Audiencia de Barcelona, el fiscal Fernando Meneses detalla con minuciosidad los supuestos abusos cometidos por Benítez, que se encuentra en libertad tras quedar imputado en febrero del 2016, después de que reconociera a EL PERIÓDICO haber abusado sexualmente de menores durante su etapa como profesor en el colegio de Sants-Les Corts.

La acusación pública sostiene que durante el curso escolar 2008-2009 Benítez tuvo noticias un día de que su alumno T. B. C. había tenido en una de sus clases problemas por una lesión en la espalda, por lo que le aconsejó que como él era masajista titulado acudiese a su despacho, en el colegio. Una vez allí, el procesado hizo tumbar al niño en una camilla y comenzó a masajearle, bajando por la espalda hasta los genitales, "que comenzó a tocar con ánimo libidinoso". Después, el docente sentó al niño sobre sus genitales y empezó a moverse como si le penetrase, sin llegar a ello. El muchacho no se resistió "por temor" a lo que su profesor pudiera hacerle o decir en el colegio.

Un paso más

El acusado repitió acciones parecidas en un "número indeterminado de días". Pero "dio un paso adelante", relata la fiscalía. No solo se desnudaba cuando estaba con su alumno, sino que también le masturbaba y le hacía felaciones. Alguna vez, Benítez logró que la víctima le masturbara a él. También le besaba en la boca con lengua o le pedía que le penetrara analmente, a los que T. B. C. accedía "ante la posición dominante" del que era su profesor.

La fiscalía expone que a causa de "las experiencias vividas", T. B. C. padeció un "grave impacto emocional", que le generó "indefensión, afectación de la autoestima y trastorno depresivo". Esta situación castigó su "desarrollo madurativo", tanto a nivel personal cono en sus relaciones, incluyendo su sexualidad.

El modo de actuar de Benítez con T. B. C. lo utilizó con otra de las víctimas un curso antes. A M. G. P. también le convenció para que fuera a su despacho para darle un masaje en las piernas. Una vez allí, le hizo estirar en la camilla, empezó a masajearle y le tocó los genitales, sin que el menor opusiera resistencia ante "la diferencia de corpulencia de ambos", el "temor a sufrir una agresión si lo hacía" y por el hecho de que era su profesor. En este caso, el procesado hizo una felación al niño y, después, le dio 10 euros. La víctima ha sufrido problemas psicológicos.

Hasta en un pasillo

Según el fiscal, Benítez también abusó de otros dos alumnos, E. G. C y H. A. P. N. A los dos, les dijo que fuera a su despacho y, una vez en la camilla y con la excusa de hacerles un masaje, les hizo tocamientos. La primera vez, a E. G. C. le bajó los calzoncillos y le tocó el culo. En otra, se le puso encima de la espalda y se frotó los genitales con su trasero. Y en una tercera, le tocó el pene, hasta que el menor se dio cuenta de que la situación era rara, se bajó de la camilla y abandonó la habitación. Un día, el procesado también le frotó con un brazo los genitales cuando se encontraron en un pasillo de la escuela.

Un episodio similar padeció H. A. P. N. y en el mismo despacho. El acusado le hizo desnudar y tumbarse en la camilla. En esa posición, le tocó los genitales y el pene "de forma lasciva". Esta actitud puso alerta al alumno que, con la excusa de que debía ir al lavabo, se escapó.

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