CORNADA DE LOBO
Comegrullas
En los meses fríos venían tales bandos de ellas a papear y remojar las zancas en los frecuentes cultivos y humedales de estas tierras, que algunos pueblos (ahí va Grulleros) se afamaron por cazarlas a esgalla para vender su carne ganándose unos cuartos en el mercado de la capital, aunque eran los canónigos de la catedral quienes se llevaban la tajada buena, tasas que les estaban reservadas sobre la venta de caza y aves en la ciudad (en el siglo XIV un obispo tuvo que prohibirles el mercar dentro del templo, pues hasta el coro lo llenaban de jaulas, pollastres, perdices).
Pobres grullas... trampeadas, asaeteadas, abatidas... y guisadas... ave que vuela, a la cazuela.
Estos páramos eran muy laguneros y encineros. Malo. Fue obsesión histórica acabar con toda laguna o charcona culpándolas de estorbo y acarrear paludismos... ¿cuántas lagunas someras no selló la agricultura paramesa hartándolas de escombros?... y si le hubieran dejado a un agustino de Villadangos que mandó mucho en la UCD hubiesen desecado su famoso humedal tan poblado de avifauna para hacer un polígono residencial, qué tío.
La noticia es que, paradójicamente, aumenta el censo actual de grullas en España. En 1985 eran 40.000 las estimadas y en 2007 la cifra subió a 125.000, pero el último conteo de 2017 ha establecido un insólito récord, 250.000, residenciándose la mayoría en Extremadura por la facilidad de alimentación bellotera que les proporciona el sitio.
Dicen los expertos que el aumento de este pajarón grisote que usa boina roja algo chavista, que vuela trompeteando al aire y farda de nombre latino galán, «grus grus», se debe a que en los países nórdicos donde estivalea está más protegida y tampoco allí les permiten ahora atizarlas.
Lo raro de la recuperación es que ya no vuelvan a tierras leonesas donde durante siglos recalaban, apenas se ve alguna perdida... ¿es que añadieron a su código genético eludir esta traidora posada?... temor antiguo, saben que lo de «al ave de paso, cañazo» es aquí filosofía, amén de que la capitalidad gastronómica tampoco les da buen pálpito.