Diario de León

LEÓN ■ CONFERENCIA

«El PCE fue el partido del antifranquismo»

ENRIQUE G. DE ANDRÉS / HISTORIADOR

Enrique González de Andrés y la portada del libro que presenta hoy. DL

Enrique González de Andrés y la portada del libro que presenta hoy. DL

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ana gaitero | león

Enrique González de Andrés, doctor en Historia por la UNED, presenta hoy en León (19.30 horas. Librería Artemis) su nuevo libro ¿Reforma o ruptura? Una aproximación crítica a las políticas del Partido Comunista de España entre 1973 y 1977, que acaba de publicar la editorial El Viejo Topo. El historiador leonés David Martínez Pérez le acompaña.

—¿Es necesaria una reivindicación del PCE en la Transición?

—Más que reivindicación es reconocer la enorme influencia que tuvo, no tanto en militancia como a través de las Comisiones Obreras y el tejido asociativo y analizar las claves por las que después perdió relevancia. No se puede entender el final de la dictadura y la Transición sin el PCE: era el partido del antifranquismo, ‘el partido’.

—¿Ha quedado orillada su aportación en el discurso oficial?

—Se infravalora el papel no sólo del PCE, sino de miles y miles de ciudadanos que sufrieron cárcel, dedicaron tiempo e hicieron renuncias profesionales por la lucha por las libertades. El discurso oficial pone el acento en el Rey, los pactos, etc. que tuvieron su importancia, pero olvida lo demás.

—¿Cuáles son las claves de que el PCE fracasara electoralmente después?

—El PCE, y particularmente sus líderes, apostó por la ruptura política, pero abandonó la ruptura económica. Basó su discurso en que con la democracia se solucionaría la crisis económica y no fue así. Decepcionó a mucha gente que veía que entendía la democracia no sólo como elecciones y libertades, sino también como una mejora del bienestar económico y social.

—¿Tuvo que ver esa deriva con los pactos de Carrillo para legalizar el partido en 1977?

—Sobre todo en que no hubo una ruptura económica con el sistema capitalista. Cada vez que se planteaba presionar un poco más, la respuesta siempre la era que «la correlación de fuerzas no lo permitía» y se zanjaba la discusión. Los pactos de La Moncloa se firmaron sin que hubiera debate dentro del PCE, en Comisiones ni en las empresas. Se mantuvieron privilegios del franquismo.

—¿Aporta su libro alguna novedad en cuanto a documentos u otras fuentes?

—Hago un uso amplio del archivo histórico del PCE con un repaso a las cartas que enviaban los líderes del interior al exilio, que hasta ahora no se había se habían utilizado. Constatan el malestar de afiliados y trabajadores por la deriva.

—Se acaban de cumplir 100 años de la revolución soviética. ¿Cómo ve al PCE de hoy?

—Tiene una situación complicada y, a mi modo de ver, con extraordinarias similitudes con el período analizado. El PCE entonces puso el énfasis en la lucha electoral y la representación parlamentaria. Los movimientos sociales que aglutinaban a miles de españoles se vieron subordinados a esta política. Y ahora, tras el 15-M, al que el PCE se sumó tarde, se ha pasado de la participación en círculos y calles a las elecciones y a relegar a los ciudadanos a un papel secundario. El PCE, si quiere tener influencia tiene que contar con los que dice representar. Como maquinaria electoral tiene todas las de perder. La revolución rusa se produjo porque participó una parte importante de la población.

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