Diario de León

Nuevos mitos en el León del 2020

Alfonso García, junto a la escultura de Uriarte en la Plaza de Regla. FERNANDO OTERO PERANDONES

Alfonso García, junto a la escultura de Uriarte en la Plaza de Regla. FERNANDO OTERO PERANDONES

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León

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Carmen Tapia | León

¿Por qué una sociedad cada vez más racional sigue alimentando mitos?. El escritor y periodista, Alfonso García (Santa Lucía de Gordón, 1946), lo atribuye al descontento, «a la falta de referentes éticos y morales. Estamos desnortados». En su último libro León tierra de leyendas el escritor hace un recorrido por la historia y el interés creciente por los duendes y los seres fantásticos, cuentos que perduran en los pueblos leoneses desde la Edad Media. Sin embargo, a García le llaman la atención los nuevos mitos y leyendas que surgen en el León del siglo XXI, el de la generación del milenio altamente tecnológica, el de la capitalidad gastronómica y el avance de las infraestructuras ferroviarias, que hacen correr a velocidad de vértigo historias de siempre adaptadas a los nuevos espacios de la sociedad del 20.20, la del conocimiento e innovación, la economía sostenible e integración social y la digitalizada, y la del sincretismo, la convivencia de los pensamientos opuestos de los que creen y los que no. Este tirón, asegura Alfonso García, hay que aprovecharlo para dar a conocer León, su historia y sus leyendas.

A los duendes, al trasgu bullanguero amable y celestino de la zona del Bernesga, al Sumicio que esconde todo lo que pilla, a los fantasmas de los edificios históricos de León — no hay casa señorial que no cuente con el alma errante de uno de sus legandarios inquilinos— a las hadas de los bosques, faedos y hayedos, y a los santos cumplidores de los deseos más ocultos, se suman con fuerza las nuevas esculturas que convierten en museos los rincones emblemáticos de la ciudad. Ni Amancio González, autor de La Negrilla, ni Juan Carlos Uriarte, en su Homenaje a los Constructores de las Catedrales, ni Joaquín Vázquez de Acuña, con su escultura al Peregrino, pudieron imaginar que sus obras fueran reinterpretadas por los visitantes para sumirlas en el fantástico mundo de los deseos y los mitos. «Los maestros canteros de las catedrales nunca pensaron tampoco las interpretaciones que se harían de sus obras», asegura García.

Los visitantes buscan fertilidad, fortaleza, amor, salud y un buen viaje de regreso entre las esculturas contemporáneas leonesas, que son depositarias de los deseos secretos pensados en todos los idiomas. Sólo hay que escuchar. «A veces me siento al lado de estas esculturas y escucho a la gente porque surgen historias fantásticas», asegura Alfonso García. «Las nuevas esculturas adquieren un valor interesante en la ciudad», destaca. Un tirón turístico que conviene no despreciar.

«Vivimos una época notable de irracionalidad en una sociedad tan racional y nunca tan preparada como ahora», asegura el escritor. «Los pueblos necesitan ídolos, aunque sean irracionales. Necesitamos referentes».

A la aparición de los nuevos mitos y su divulgación contribuye al boom del turismo de masas. «Se forman largas colas para ver los monumentos. Todo el mundo está deseoso de ver y tocar y los mitos y leyendas están en todo el mundo. En Sicilia, por ejemplo, todo se explica a través de la mitología a sabiendas de que no es verdad, y lo aceptamos conscientes de que nos engañan, pero se necesita ese sustento».

También faltan referentes. «Si buscas a tu alrededor te darás cuenta de que han desaparecido. No tenemos referentes morales y nos agarramos a lo que se puede». Así surge un mito. Basta con observar la parte más desgastada de las nuevas esculturas para saber qué pide la gente, sus deseos más secretos.

García propone un programa por las rutas de los fantasmas, duendes y leyendas (antiguas y actuales, reinterpretadas) «que no son excluyentes y se pueden compatibilizar» con las tradicionales como la Vieja del Monte, el Ramo leonés, y los personajes míticos del carnaval. «Es la fortaleza de la recuperación de la identidad en un mundo globalizado y con tirón turístico. Lo demás se ha universalizado y es uniforme».

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