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Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Con toda legitimidad y con todo el derecho a reparación que se os debe, exigís igualdad entre los sexos, a veces con airada impaciencia... ciertamente es odiosa la lentitud de los pasos de la mujer en la historia y más aún la de los gansos que la custodian, pero decid, ¿qué lograréis antes: la igualdad con el hombre o la igualdad entre mujeres?, porque sin esa igualdad ¿cabe hilar otra igualdad?...

Con esta patadita a la caja de los truenos Octavito provocó a dos tertuliantas inusuales, la inteligente Amelia y la agridulce y aguda María del Sol (no acepta que nadie la llame Marisol), las dos puestas en casi todo y activamente combativas como esclavas de la razón una de ellas... y del abecé la otra. Pero Octavito abusó de su paciencia y se ganó una en los morros: «a tu edad no se puede ser más tonto, ¿acaso hay que conquistar una igualdad antes que la otra?, ¿es que no se puede a la vez?».

Y tragó saliva Octavito.

Todo surgió al leer Peláez en los papeles al pediatra y respetado investigador suizo Remo H. Largo presentando en Madrid su último libro «Individualidad humana» y diciendo, entre otras cosas, que «las mujeres y los hombres han sido siempre diferentes, no se les puede hacer iguales»... argumenta que es la consecuencia de 200.000 años de evolución social con rígido reparto de roles y conductas... la crianza parece determinante, determinismo cultural, estructuras psicológicas, herencias... tarea imposible una igualación.

El chafado Octavito recargó: Además, detrás de la igualdad viene lo uniforme... y los uniformes... y citó a Escohotado: «La igualdad humana no sólo es imposible, es indeseable». Aburrido Sócrates, quiso envainar la charla con su burla preferida: que dice mi madre que ya decía su abuela «¿Las mujeres?, como los hornos: una en cada casa»... dos son conflicto; tres, conspiración; y cuatro, guerra mutua.

Se rebrincó Maria del Sol y espetó un sonoro ¡Sócrates, capullo! que el profesor acató tras decirnos que «Marisol (así, por joder) es sobrina mía»... y la sobrinita le cantó un «ochomarzo»: A la huelga de los quehaceres... se acaba el mundo sin las mujeres.