EL BAILE DEL AHORCADO
Universalidad
Una empresa es una empresa. Me da igual que su ideario sea de izquierdas, de derechas o de centro radical. Genera riqueza, puestos de trabajo y mejora la vida de la provincia en la que se instala. En cualquier lugar del mundo, le dan la bienvenida, a no ser que se trate de un negocio ilegal, pero entonces no es una empresa, es cosa nostra.
Así que fue saltar la noticia de que hay una universidad y tal y tal, y faltó tiempo para que media ciudad sacara los dientes. En cualquier lugar, la sociedad entera estaría dando palmas, pero esto es León y aquí discutimos acerca de si son galgos o podencos antes de dar el OK a cualquier cosa. Al final, como ocurrió con la Fasa, nos quedamos en cueros, pero seguimos siendo una ciudad tranquila, en la que nunca pasa nada, que me han dicho que le vamos a llamar Vetusta, por lo de la siesta.
No queremos un campus de la salud porque vamos sobraos, sobraos de pobres, sobraos de desempleados, sobraos de trabajo precario, de pensionistas, de muertos al año y de materia gris que pone pies en polvorosa, sobraos, más chulos que un ocho, y así nos va.
Al final, todo es miedo, miedo a la competencia, a perder el chiringuito, a que haya alguien a tu lado que pueda aprovechar las nuevas oportunidades, miedo a que los demás avancen, miedo... y envidia. Ahí estáis, pidiendo cuentas al alcalde por poner en marcha un nuevo campus en León. «¡Es que es de los kikos!», dicen los rogelios. ¿Y? Nadie os obliga a matricular a vuestros hijos. Este, de momento, es un país libre, donde rige la competencia. ¿Y el rector? Dice que está en contra de las malas universidades y de las que hacen un negocio descarado.
Una universidad es un negocio. Lo son las mejores del mundo, las que obtienen los puestos más destacados en los ránking. Si no ganan dinero, desaparecen. Es un perogrullo, que ya sabemos que los rectores viven en la pura intelectualidad y se olvidan de lo obvio. El problema no es hacer un negocio descarado, el problema es no generar tejido productivo. Y de eso, en Léon, también estamos sobraos. Más madera.