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Sara cambia la tele por Senegal

La joven leonesa colabora desde hace dos meses con un orfanato de Dakar tras dejar su trabajo en una productora de televisión Con el cierre de la adopción internacional «el futuro de estos niños es desolador»

Sara de la Fuente con un grupo de niños y niñas de la casa de La Pouponnière, en Dakar, donde realiza su experiencia de voluntariado. DL

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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En verano decidió hacer un voluntariado internacional y el 14 de enero partió rumbo a Dakar para colaborar con La Pouponnière, un orfanato que regentan las monjas franciscanas en la capital de Senegal.

Sara de la Fuente es leonesa y dejó su trabajo en una productora de televisión, en el programa Anúnciate, para desarrollar una labor humanitaria que «me tetaba desde hace tiempo y no quería dejar escapar la oportunidad». Ahora asegura que «ha sido la mejor decisión que he podido tomar».

A pesar de que no domina el francés y de la impotencia que siente al pensar en el destino de estas criaturas cuando finalice su corta estancia en el orfanato. «Puedo darles mucho cariño, pero al final yo me voy y ellos se quedan», lamenta.

Las expectativas de vida no son muy halagüeñas para las criaturas. Un total de 80 niños y niñas de 0 a 2 años son acogidos en la casa. Un grupo de jóvenes de 17 a 20 años que están en período de formación se ocupan de los cuidados profesionales, mientras que el voluntariado asume tareas complementarias.

Es lo que hace Sara. «Le doy el biberón y sobre todo mucho cariño», explica. El idioma no es ningún obstáculo para jugar con los bebés. «Es increíble la comunicación que se establece con los niños, sin necesidad de saber el idioma», explica.

Son niñas y niños cuyas madres han fallecido, están enfermas o no pueden afrontar su cuidado por diversas circunstancias. Los incendios de las viviendas en las zonas rurales son una de las principales causas de la acogida. Otros bebés son recogidos en la calle.

Hasta el 2011, Senegal tenía un programa de adopción internacional, pero actualmente está cancelado para todas las solicitudes posteriores a diciembre de este año. El orfanato se encuentra en un callejón sin salida porque sus recursos no alcanzan para dar sustento a las criaturas más allá de los años.

A partir de esta edad, algunos niños regresan con sus familias en condiciones que a veces no pueden garantizar su supervivencia, sobre todo «si se ponen enfermos, lo más probable es que mueran». Sara de la Fuente considera que el cierre de la adopción internacional coloca a muchos de estos niños y niñas ante «un futuro desolador y eso me produce impotencia».

La Pouponnière de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María fue fundada el 5 de agosto de 1955. En aquel entonces, los niños tratados por desnutrición, malnutrición y Kwashiorkor se sacaban prematuramente de los hospitales, la Pouponnière empezó a hacerse cargo de ellos para consolidar e intensificar el tratamiento iniciado en el hospital.

«Poco después surgió una necesidad aún más urgente que la anterior: acoger a los recién nacidos cuyas madres acababan de morir», explica la fundación. Con el tiempo, continúa la oenegé, aceptaron «extraer al niño temporalmente de su entorno familiar, exclusivamente cuando contribuya a su bienestar» y solamente como «una suplencia temporal para los casos difíciles».

En estas circunstancias, los bebés «mantienen contacto con sus familias, siendo el objetivo que sus padres o familiares los visiten los domingos en la tarde». Si el niño se desarrolla normalmente y come los alimentos del país (arroz, pescado, carne y verduras frescas), regresa con su familia al cumplir el año, añade.

En la Popunnière acogen también a bebés prematuros que permanecen más de un año y antes de regresar a sus casas reciben la vacuna de la PEV, contra la viruela aviar o enfermedad de Newcastle. A partir de este momento, la entidad ayuda a la familia con raciones alimentarias mensuales de leche para su hijo o hija hasta que cumple los 2 años de edad.

Un parte importante de los niños y niñas acogidos proceden de la calle. La policía los recoge en las vías públicas. A veces llegan directamente y otras después de una corta estancia en el hospital Dantec donde son atendidos inicialmente.

Asimismo, hay otro grupo cuyo nacimiento constituye un problema para la familia, sea cual sea el motivo: madres solteras, o de parejas que no son de la misma etnia, o jóvenes cuya maternidad es rechazada de plano por los padres. Son los niños que van a las listas de adopción.

«Son confiados por el Tribunal Regional de Dakar y pasan a ser criados, alimentados y queridos en la Pouponnière, hasta que el Presidente del Tribunal se los confíe a una familia que solicite adoptarlos», añade la oenegé.

El orfanato está situado en el barrio de La Medina de Dakar y se sostiene con donaciones y los recursos propios de la orden religiosa, que dispone de una pequeña hospedería en el mismo edificio del orfanato, explica la joven leonesa graduada en Comunicación Audiovisual.

«Me gusta mi trabajo, me apasiona, pero también me gustan los bebés y ahora que no tengo cargas familiares creo que soy una privilegiada desde el momento en que me aceptaron para hacer el voluntariado», subraya.

Su idea inicial era hacer algo relacionado con el empoderamiento de la mujer, pero las condiciones que le ofrecieron en el hogar de la Poupunnière colmaron sus expectativas y las garantías que necesitaba para embarcarse en la experiencia.

Después de dos meses, aún le falta otro más, el balance es positivo: «Repetiría», afirma. No escucha la misma palabra a personas que colaboran con otras organizaciones en Dakar: «Hay muchas personas decepcionadas», apunta. «Muchas oenegés se basan en el voluntarismo o en convertir su acción en mercado», afirma desde su mirada más crítica a la cooperación.

«Yo estoy realmente fascinada por el trabajo de La Poupunnière y creo que es indispensable que todo el mundo viva una experiencia como la mía», añade. Además, «la gente en Senegal es fascinante, son muy hospitalarios, no tienen nada y lo poco que tienen lo comparten», confiesa. Es lo que llaman «teranga».

Otra ventaja es que «es un país seguro», añade Sara de la Fuente, en contra de la percepción que tenía por las informaciones que difunden «diversos países europeos». La vida real ha cambiado su percepción del país. En los próximos días se adentrará en el medio rural en un viaje que realizará como ‘mochilera’.

Imagen de los niños y las niñas de menos edad del orfanato de Dakar. DE LA FUENTE