EL BAILE DEL AHORCADO
Contra la prisión permanente
No hay partidos más conservadores que los de izquierdas. Sin saberlo, llevan a sus espaldas dos lastres importantes: la moral católica del perdón y la cultura del Despotismo Ilustrado, esa que permite que en España se siga pensando que los ciudadanos somos menores de edad. Todo esa carga emocional se ha conjurado para que una ley tan moderada como la prisión permanente revisable esté a punto de ser derogada. Muchos deberían explicar por qué razón espolean las conciencias para unas aspiraciones mientras convierten otras en anatema.
La decisión del PSOE y de Unidos Podemos de derogar la PPR no es buenismo sino una concepción de la Democracia un tanto particular, una manera de creer que las leyes son legales o no según ayuden a forjar una determinada ideología. La bondad no se puede imponer, no es esa la función del Estado, por más que haya quienes lo tengan como parte de su tuétano.
Decir que de nada servirá la PPR para evitar los asesinatos no es sólo una afirmación fraudulenta; es una manera de insultar la inteligencia de la ciudadanía. Parece contraproducente que las consignas políticas que les enseñan a repetir impliquen considerar idiotas a sus votantes. Cada vez que lo hacen, pervierten el sentido mismo de la democracia. Supongo que desde su atalaya moral, consideran populacho a todos los que no opinan como ellos, pero lo único que demuestran es falta de educación democrática.
Justificar su negativa a la prisión permanente revisable en que no conseguirá disminuir el delito es defender la inutilidad de las leyes. No sólo es ingenuo, es una perversión intelectual. Siempre habrá monstruos, pero si evitamos que los que detenemos salgan de la jaula, sabemos que no volverán a violar ni a asesinar. De paso, se resarce a las víctimas, que no es poco. Tampoco una ley contra el fraude fiscal impide que cada vez haya más evasores, pero da la casualidad de que si el Estado no ejerce su responsabilidad de proteger y castigar, otros buscarán la manera de hacerlo. No hablen más en nombre de los ciudadanos.