Mardito féisbur

Conmoción mundial, pánico en altas cumbres y bajas bolsas. Facebook ya es Troya: su gran muralla tiene un costurón y por él huyeron millones de perfiles personales a «Cambridge Analytica», empresa inglesa que parece rusa especializada en manipulaciones electorales (así le dio triunfos al Trump o al Brexit).

La mentira es una gran industria y ya es la principal inversión en campañas o guerras políticas... ¿quién se privará de utilizarla después de ver que todo un payaso logró instalarse en la Casa Blanca con tan sólo su grandonismo catódico, apestódico y enano?...

El parlamento europeo exige la comparencia urgente del dueño de ese emporio, Mark Zuckerberg. Están aterrados: si nuestras democracias ya eran de por sí manipulables, ahora pueden serlo infinitamente gracias a que en las redes y «big datas» hay expertos que aquí llamaremos pescadores de arrastre de voluntades... y votos.

Manipular con la mentira es arte vieja anterior a la estaca o la rueda, es el primer invento del hombre aún gorilón... ¿a qué tanto escándalo, pues?, ¿por qué todo quisque se alarma?, ¿acaso es tan difícil contener o neutralizar empresas de mentiras con otras igualmente de verdades?... lo es: la mentira vende muchísimo más por ser libre, fantasiosa y partidista... la verdad siempre será esclava de la realidad, habitualmente fea y poco grata... la mentira es luminosa y la subimos a relucir en azoteas o candeleros (candetuíter)... a la verdad cruda, sin embargo, solemos mandarla al entresuelo... o al sótano que pueda servir de mazmorra si interesa que se pudra.

«Facebook sabe más de ti que tu madre», se dice. En esa red (y todas) te hacen trajes a medida a poco que hayas dejado ahí tus gustos, ideas o chorradas; sólo con esos datos (y los que seguirás dando a esa u otra) saben al milímetro lo que deben venderte o qué es lo que quieres oír... y demuestran que lo comprarás. Esto ya se viene haciendo en todo lo comercial y nadie objeta nada... pero al entrar ahora en la feria de la política, hay que escandalizarse y objetar. Curioso, ¿no?...

Mardito féisbur... mardito roedore.