La mejor curva

Que hablen bien las paredes no es frecuente, aunque nunca dirán lo que oyen. Lo propio es su vozarrón insolente de pintada bruta o el guantazo chirriante del spray en colorines que abusa del plagio y del mal gusto. Pero a veces las paredes y tapias susurran algún pensamiento rotulado que mueve a sonrisa... o reflexión. Alguno inquieta. Y alguno hiere. Siempre cito aquella enigmática pintada en la calle de San Pedro que escuetamente decía «Asun no sigas», nada más, y todo el que la leía se preguntaba qué coños estaría persiguiendo Asun (morir de sobredosis, supe después).

También hay pintadas divertidas porque lucen su réplica a la vez y mi ejemplo favorito es una de La Serna, grande y solitaria en pared blanca, que dice: «Sin Dios ni Amo», como alegando «ni estado ni patrón», y alguien creyó necesario añadirle debajo un matiz: «sí, pero con padres».

Una de estas nos encontramos el otro día al ir con la cátedra cafetil a fotografiar «Villa Evarista» antes de que hagan cascote esa elegancia natural suya de no querer ser macizo bloque de pisos como todos los que hoy la circundan con apabullante acoso, pues ahí sigue el eco de su Evarista con su poca altura, su corral, su corredor acristalado a la solana, persianas echadas y un intacto portón de forja que es partida de nacimiento, lo dice, «Año 1932», cuando España fue un rato republicana... así que 86 tacos tiene la galana.

Junto a la puerta que da a la vieja cantina canta hoy una pintada en spray morado que, ya sólo por el color y caligrafía, de lejos se sabe femenina aunque no llevara el Irene que la firma. Dice ahí «La mejor curva es la sonrisa», emotiva metáfora y medicinal sugerencia, pero alguien con un otro realismo vino después con spray negro rotulando encima para reenfocar la cosa y que ahora cante así: «La mejor curva es... la prima de riesgo». Lo prosaico de la vida también tiene su poesía. También pudo el replicante arrimar esas ascuas a su sardina poniendo «La mejor curva es... a la izquierda», ahora que ya se infla y gruñe la ansiedad preelectoral.

Aunque si vienen curvas, lo mejor es agarrarse, dice Peláez.