CORNADA DE LOBO
Me gusta este aire
Ya desisten de preguntarme -requetevista mi terca insensatez- por qué nunca me fui de León como tantos de mis pares o como todos los urgidos por el pan, la carencia o la estima, toda esa mucha gente no resignada a domiciliar su horizonte en esta aldea (poco global) de la queja y la estrechura, por otra parte tan cómoda y costumbrosa si uno se aplica al tomaidaca y a la cazurrería, al corrillo y a la cofradía, los carriles de siempre... y son muchos todos esos idos porque contada la emigración de los últimos sesenta años y su descendencia nacida en pago lejano (que se sentirá leonesa en algo, supongo, por apellido o por pueblo) suman más de quinientos mil, es decir, que ya han logrado ser más bulto que los propios leoneses apalancados aquí... son otra provincia errante, un otro León difuminado... aunque se da por sentado que la mitad de los nacidos en Vascongadas o Cataluña son independentistas confesos, agradecidos maketos o xarnegus, y León se la bufa... o les avergüenza... o no tienen ya muchos lazos, si es que sus padres los tenían o conservaron.
Al principio del «por qué no te vas» respondía yo que «por el aire», este aire rudo que peina los montes antes de darte en los morros y que me ata a la tierra antigua y a mis paisanos verdaderos, que son: el río claro, el chopo negral, el gallo rojo y la loba parda (lo demás es población)... y citaba la «milonga del peón de campo» de Atahualpa Yupanqui que tanto emociona a mi querido Lorenzo Gorostiaga:
A veces me entra tristeza
y otras veces, rebelión,
y en más de alguna ocasión
quisiera hacerme perdiz
para ver de ser feliz
en algún pago lejano,
pero la verdad, paisano,
me gusta el aire de aquí.
El aire de León es sobre todo atlántico, limpio, lo lavó un océano, aunque se agallega después pillando propina urbana, fabril y humarros en la central de As Pontes, así que hoy se me nubla el argumento. Además, el chopo negral es ahora canadiense, el río se enguarra y el gallo viste de negro papón... pero la loba parda aún me consuela.