LA ÚLTIMA DEL DIARIO
Del hombre la obligación
Hablar de un León tradicionalmente feminista sería una exageración. Pero lo cierto es que el otrora reparto de funciones entre sexos, mucho más equitativo que el de zonas vecinas, llamó la atención de aquellos que describieron esta tierra. Un reparto de tareas que quedó reflejado en ese dicho popular que reza: Hace la mujer en León del hombre la obligación.
Ya el geógrafo griego Estrabón, refiriéndose a los cántabros, expresaba a comienzos de nuestra era lo que él percibía como una sociedad cercana a lo matriarcal: «Los hombres dan la dote a las mujeres, las hijas son las que heredan y buscan mujer para sus hermanos; esto parece ser una especie de ginecocracia (dominio de las mujeres), régimen que no es ciertamente civilizado».
Ni siquiera dos mil años después cambia la perplejidad en el tono de un informe de autor desconocido, que nos cita Caro Baroja, a principios del siglo XX, y que nos dice: «En la provincia de León no es extraña la mujer a ninguno de los trabajos del campo. Lo excepcional en esta materia es lo que ocurre (…) en los pueblos (…) situados en la cumbre del Teleno(…). En dichos pueblos parece como que están trocadas las ocupaciones, pues mientras las mujeres aran, siembran, siegan, cavan, etc., los hombres permanecen en la casa hilando y haciendo calceta». Estas costumbres también aparecían en las comarcas leonesas de la provincia de Zamora, como nos recuerda Madoz en 1847, cuando nos cuenta: «Lo que no deja de llamar la atención, es la extravagante costumbre que se observa en los lugares de la otra parte del Órbigo: las mujeres se ocupan de los trabajos del campo, y los hombres se quedan en el hogar tomando el sol, a hilar lino o estopa con un huso formidable de hierro, y de cuando en cuando van a la taberna a mojar el lino, como ellos dicen, para que mejor corra el huso».
Ese contraste con una cultura castellana más patriarcal, y que tradicionalmente había relegado a las mujeres al ámbito doméstico, se pone especialmente de manifiesto en otra cita, esta extraída de los diarios de sesiones de las Cortes de 1821, cuando los diputados elegidos por la recién suprimida provincia de Toro argumentaban lo siguiente para recuperarla: «Los terrenos de la provincia de Toro y Villalpando son de una misma calidad, son fértiles y dan abundantes y diversas producciones; los de los otros partidos hacia Portugal y Galicia son estériles, escabrosos e infructíferos. De aquí es que los hábitos, las inclinaciones y carácter de los habitantes son enteramente diferentes. Nada repugna más al genio de los campesinos que el ver a un hombre ejercer por oficio y diariamente las operaciones que son propias de una mujer. En algunos partidos de Zamora la mujer ara y trabaja mientras los hombres hacen media o no trabajan, cosa tan contraria al genio de los castellanos y torezanos (…).