Diario de León

Los años de la debacle demográfica

León ha perdido 35.965 habitantes entre 2010 y 2018, período que acumula el 80% de la merma poblacional en 20 años La media de edad de los residentes en León es cinco años superior a la del país.

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ana gaitero | león

Ni un año ni dos. Ni los 4.997 habitantes que se perdieron este año ni los 5.200 del año anterior. La debacle demográfica de León se ha agudizado en los últimos nueve años. Entre 2010 y 2018, la provincia ha perdido 35.965 habitantes (-7,20%). Estas cifras, con una merma constante de casi 5.000 habitantes por año desde 2013, son la trágica cosecha de los años de la crisis económica y el desmantelamiento del sector minero.

La crisis empezó en 2008, Zapatero no la reconoció hasta un año después y el padrón municipal de León empezó a notar sus estertores de manera severa a partir de 2010. En estos años se ha acumulado el 80% del descenso demográfico desde 1999, con un total de 43.192 habitantes menos. El último año del siglo XX León contaba con 506.511 habitantes. En el padrón de 2018, con cifras provisionales a 1 de enero, la población leonesa ha bajado a 463.319 habitantes.

«Estamos ante un proceso difícilmente reversible porque cualquier base económica actual genera menos empleo que hace años con el sector carbonero y remolachero aún pujantes en la provincia», señala el profesor y director del Departamento de Geografía de la ULE, José Cortizo.

La baja tasa de natalidad —1,6 hijos por mujer—, envejecimiento —2,5 personas mayores por cada joven—, edad media de la población —48,3 años, cinco años más que la del país, de 43 años— y estancamiento de los residentes extranjeros —hay poco más de 18.000 residentes— son factores que hacen más negro el futuro.

«Hay una ausencia de actividad económica que arraigue el empleo estructural y fije población», apostilla Nuria González Rabanal, profesora de la ULE y decana del Colegio de Economistas de León. Los servicios, explica, están sujetos a «los vaivenes del ahorro y el turismo es estacional», apunta. Para que el mercado laboral leonés sustente a la población envejecida «hacen falta cambios estructurales en el modelo económico de atención a la tercera edad», apostilla.

León ha pasado de ser «una provincia con una economía en blanco y negro, como definía vuestro columnista Chencho a las bases de su economía (azúcar y carbón) a tener un panorama muy gris», afirma Cortizo.

La pérdida poblacional aumenta el número de municipios con menos habitantes. Actualmente, el 72% de los ayuntamientos leoneses están en el rango de 1 a 1.000 habitantes y el 46%, un total de 97, cuentan entre 100 y 500 residentes, una cifra que en 2010 era de 81. «Los municipios medianos van perdiendo población y cada vez son más pequeños», añade Cortizo.

La provincia se descapitaliza de habitantes por arriba y por abajo. Los saldos demográficos positivos sólo se registran en los cinturones de León y Ponferrada, que a su vez registran saldos negativos.

La capital leonesa ha perdido el 4,33% de la población en estos últimos nueve años y Ponferrada ha acusado aún más el golpe demográfico con una caída del 6,49%. También ha perdido algo de población (0,51%) San Andrés del Rabanedo, un municipio que creció en los 90 al pairo del desarrollo urbanístico del alfoz.

Villablino es el que arroja una sangría demográfica más abultada en este período. El municipio ha perdido un 13% de sus habitantes en tan solo nueve años y quedó por debajo de los 10.000 habitantes, lo mismo que Bembibre, cuya merma se sitúa en el 9%.

Contra la corriente del descenso en picado de estos municipios mineros, destaca el caso de Garrafe de Torío. El ayuntamiento de la ribera del Torío ha experimentado un aumento de su padrón del 18% en el período 2010-2018, seguido de Sariegos con un 12% más de población, Valverde de la Virgen (11%), Villaquilambre (5,87%), Valdefresno (5,40%), Chozas de Abajo (5,82%) y Santovenia de la Valdoncina (5,08%).

El caso de Valencia de Don Juan es uno de los más singulares. En este período de decadencia sigue ganando población aunque ya no al ritmo tan fuerte que los años precedentes. Con un discreto 2,4%, la capital coyantina se beneficia de la centralidad en una comarca agraria que busca en la cabecera el descanso para los jubilados y los servicios para la gente más joven.

En el entorno de la capital berciana tan solo dos municipios que experimentan cierto crecimiento en esta época y sin muchos alardes. Se trata de Cubillos del Sil, con un 4.97% y Cabañas Raras, con el 0,60%.

Pero la tónica general de la provincia es el retroceso. Y a mayores, el envejecimiento. La tasa de envejecimiento de la provincia está muy por encima de la media de la Comunidad, que arroja una cifra de 209,7 personas mayores por cada 100 jóvenes o menores de 15 años. En León esta tasa alcanza hasta 250, 9 personas mayores por cada cien jóvenes o, lo que es lo mismo, 2,5 mayores de 65 años por cada menor de 15. Claro que puestos a comparar, peor están en Zamora, con una tasa de envejecimiento de 325 personas mayores de 65 años por cada 100 jóvenes.

La pirámide de la población en León no se sostiene. La base de las cohortes más jóvenes de población se estrecha peligrosamente. El grupo de edades que aglutina mayor número de habitantes son los de 50 a 59 años, con un 16,16% del total (8,07% de 50 a 54 y otro tanto de 55 a 59).

Y la edad media de la población se sitúa en 48,8 años mientras que en España está en 43,14 años, es decir, más de cinco años por encima.

El fenómeno de la pérdida de población y del envejecimiento demográfica es una «tendencia general en Europa», aclara Nuria González Rabanal. Sólo que en algunas regiones lo están solventando con los movimientos migratorios, pero no es una solución que llegue a León.

La población extranjera está estancada en poco más de 18.000 personas, cuando en los años anteriores a la crisis se superaron las 30.000. Aparte que algunos miles hayan conseguido la carta de nacionalidad, la población inmigrante, que arrojaba las más altas tasas de natalidad, encaró la crisis en muchos casos regresando a su país de origen o cambiando de provincia de residencia.

La pérdida demográfica afecta al mercado laboral y al sostenimiento del estado del Bienestar, recuerda la decana del Colegio de Economistas de León, también porque la edad de fallecimiento se retrasa.

Soluciones como ofrecer casa y trabajo en los pueblos «no han cuajado porque a la gente para arraigarla tienes que darle la propiedad de la tierra», precisa Cortizo. El banco de tierras del Consejo Comarcal del Bierzo «puede ser positivo».

Por su parte, Nuria G. Rabanal señala que no se puede renegar de que la población salga a estudiar o adquirir experiencia laboral fuera. «Eso es muy positivo. Pero sería deseable que pudieran retornar a la ciudad o a la provincia donde se criaron y se formaron y poder entregar su valor añadido». Otra asignatura pendiente, sugiere, junto «con servicios públicos y conciliación real» para animar la natalidad y más empleo a tiempo parcial.

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