Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Unos sacarán pecho y otros sacarán pecha (de pechar, apoquinar) cuando se remate un día el fastuoso complejo (de acomplejar) al que bautizaron como Palacio de Congresos al nacer esa ocurrencia en un León que entonces nadaba en la ambulancia Mangancia, palaciu y «palacín» al que después se añadió lo de Exposiciones porque lo congresual ya se antojaba demasiado improbable como función primordial, así que cuando vean que las exposiciones tampoco ayudan mucho a resolver tanto vacío y espacio basilical, renombrarán la cosa estirándole funciones y necesariamente acabará llamándose Palacio de Exposiciones, Congresos, Ferias, Eventos, Conciertos, Promociones, Alegrías y Homenajes Mutuos... de todo habrá que ir metiendo ahí para aplacar la hemorragia presupuestaria que supondrá su gestión, función y mantenimiento (la energía sobrante de su techo solar que dicen van a vender para amortiguar gasto tiene el clásico tamaño de chocolatina para loros).

Empezar una casa por el tejado tiene estas cosas. Se encargó el proyecto a un arquitecto extranjero de honorarios desorbitados, desconocedor olímpico de la realidad leonesa en la que iba a embutir su genialidad y sin estar definidos y justificados los usos que debería tener. No es buen principio y, al parecer, es tradición: el Musac se dibujó desconociendo contenidos, la Ciuden se proyectó para la repera y acabó en peruco, Pallarés se ideó para multiuso cultural traslúcido y acabó en museo opaco... sin olvidar que este palacio congresil nació comprando una vieja azucarera para obligarse a mantener su cáscara (encarézcase la obra, paga el común) justificándolo con lo que llaman «arqueología fabril» que aquí sí les valió para salvar una horrenda fábricona, mientras que a la vieja estación-término de Matallana, pura joya ferroviaria e industrial, la violaban dos manadas: los pijos y los listos.

Hoy, León, pobre parada, añora y exige el tejido industrial que hizo jirones, pero colorea el harapo, hace con él una braga tapavergüenzas y así se ve como ciudad «puntera, fashion y cool» (con su máster en Pijología).

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