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Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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No veo mal, querida Patri, que gastes alguna noche con las bravas de tu asociación para ir dejando por las paredes las cosas claras con spray morado, color-mujer en causa general que tiñe el globo, morado tan de pasión como de funerala en cante lorquiano: «Lirios moraos, lirios moraos paresen tus ojeras d’haber llorao en silensio la pena d’argún pecao»... y recuerda las «Palabras para Julia» de Goytisolo: «Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Hija mía, es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante un muro ciego».

Los actos de rebeldía ennoblecen a quien brega por su dignidad luchando por los otros, mi buena Patr. En la guerra de la mujer contra este estado machista de las cosas y el sistema recalcitrante del varón no dispuesto a ceder vara y privilegios, muchas no saben siquiera dónde está el frente, así que hacéis bien en dar la cara por ellas y orientarlas. Ellas deben saber, aunque tantas veces no quieran ver. La sociedad entera debe enterarse. Escribe tu grito limpio para que quede. Limpio, te digo; sobra el odio fosco, no es el mejor camino, la sangre resentida nubla la vista y envenena el alma, porque has de saber que, si se trata de guerra, serán más habituales las camillas que el esparadrapo; ya ves cuántos hombres buscan la muerte en estas batallas. No te parezca inconcebible que el número de mujeres asesinadas, como el de violadores, siga creciendo, aún verás cifras peores, costará extirpar el dominio y violencia viril de tantos siglos, así que ante el hombre cerril no vayas nunca furiosa de frente, avanzarás más si te pones al lado y le derrotas con la astucia de tu bondad, éducale, educaos. A veces perderás la esperanza; el mundo no abandona fácilmente inercias o vicios, y menos mañana, cuando sólo gobierne el mundo y la vida un dios, el dinero que nunca resuelve desigualdades, las agrava; lo que más odia el oro es la igualdad y repartirse. Y no olvides el consejo que dió un gran tipo del s. XIII: «No intentéis cambiar el mundo; cambiad de mundo». Tenía la razón de un santo. Cambiar tu mundo es tu mejor revolución posible.

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