CORNADA DE LOBO
La tonta del voto
Cachondeando su filosofar no tiene pares el andaluz. Es su modo de torear el fatalismo de la existencia y de musicar el quejío. Piensa él, por ejemplo, que «de Despeñaperros p’arriba, toos alemanes» y más de una razón le cabe; pero creerse por ello ínsula en península es malbaratar la razón para sentarla en el chiste, «zomo una ínzula». Porque resulta que el independentismo andaluz también existe, que tuvo en su día algún delirante profeta y que ahora lo redescubre y lo recauchuta un izquierdismo cañí que hace bodas entre el viejo comunismo jornalero (el mediático alcalde de Marinaleda atiza el rescoldo indepe) y el nuevo podemismo a jornal con una Teresa Rodríguez que no deja de echarle pulsos a Pablo Iglesias, que ve cismática a esta criatura jugando al descosido de Podemos y planteando incluso nueva marca electoral... «es como si a Pablo le hubiera salido un orzuelo en el ojo del culo», podría decir Echenique con su coña maña. De hecho, la Asamblea Nacional Andaluza que agrupa al soberanismo aquel ha propuesto a la lideresa podemista que deje a Pablo y presida este renacido movimiento que nunca rascó bola en las elecciones andaluzas en las que anduvo entre costuras, aunque ahora la excitación nacionalera que sacude a España parece alumbrar votos si se predica la diferencia y, con ella, se prometen fronteras o fielatos. Con esos votos de grada juvenil izquierdosa y ruidosa que copia las radicalidades jarrais a falta de otro modelo de levantamiento o «alzamiento nacional» (aquí mola el «movimiento»), la díscola Teresa no sólo se ganará el título de «la tonta del voto», que diría de nuevo Echenique, sino que establecerá guión a seguir por podemismos de otros lugares de nacionalismo de menor intensidad: Galicia, Valencia, Baleares, Asturias... en fin, todos, que en España nadie soporta al vecino (lema racial: al vecino, ni tocino).
Algo se aprendió: cuando alguien se conforma un día con exigir sólo «estatut d’autonomía» es porque al día siguiente piensa meterte una república barata por detrás, aunque «tanto vestido blanco, tanta parola, y el puchero en la lumbre con agua sola».