Diario de León

«Que no falte un trozo de pan»

Son los «pobres entre los pobres, los abandonados entre los abandonados». La Asociación Leonesa de Caridad atendió el año pasado a 888 personas sin techo, acogió a seis mujeres víctimas de violencia machista y sus hijos y ofreció ayuda a domicilio a 10 personas y comida en casa a otras 34..

Pepe está en el plantel de más de 100 personas voluntarias que ayudan a la Asociación Leonesa de la Caridad.

Pepe está en el plantel de más de 100 personas voluntarias que ayudan a la Asociación Leonesa de la Caridad.

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ana gaitero | león

Son los ojos, las manos y el corazón que toca la pobreza más extrema. Desde 1906, hace 112 años, a los pies de la Catedral, la Asociación Leonesa de Caridad atiende a la gente que es invisible para el resto de la sociedad.

Lo que empezaron un grupo de burgueses que por aquellos tiempos también quisieron hacer un Malecón en el Bernesga y fundaron un periódico, el Diario de León, lo siguen un puñado de hombres y mujeres que quieren mejorar «en la medida de lo posible, las condiciones de vida de las personas más pobres o desfavorecidas, cubriendo principalmente las necesidades básicas y oriéntadoles hacia la promoción y desarrollo personal», señala la memoria de 2017.

«No hemos hecho otra cosa que la labor de cada año. La única diferencia es el número usuarios», señaló el presidente, Félix Llorente. Un total de 888 personas, unas cuarenta más que en 2016, fueron atendidas en el programa de personas sin recursos, sin techo y transeúntes.

La finalidad es «cubrir las necesidades básicas de alimentación e higiene» a través de servicios como el comedor social, que sirvió 91.584 menús entre desayunos, comidas y cenas, las duchas y la lavandería. Pero también contribuir a desarrollar el sentido de la responsabilidad, la puntualidad y un ambiente no violento.

El perfil predominante de estas personas son hombres (791) con una edad comprendida entre los 39 y los 58 años (513) y que no cobran ningún tipo de prestación (732). Muchas han dormido en el albergue y entran y salen de León como de otras ciudades (491) y un total de 120 duermen en la calle. Son españoles en su mayoría, 624, frente a 264 de nacionalidad extranjera.

Problemas de adicciones a drogas o alcohol, enfermedad mental, excarcelados y otras situaciones les han hecho llevado a pasar al otro lado del llamado «mundo de la normalidad». También están los llamados «pobres vergonzantes», personas que viven la situación de exclusión de puertas para adentro y acuden a la asociación en busca de ayuda.

Un centenar de personas cruzan a diario la puerta del comedor social, en los peores tiempos de la crisis fueron hasta 300. Sor sor Amelia que, a sus 87 años, se mueve por la cocina como si tuviera alas o ruedas en los pies les recibe siempre dispuesta a ayudar y a comprender.

Después dedicarse media vida a la enseñanza, cuando cumplió los 50 las Hijas de la Caridad la enviaron a cubrir servicios sociales. Desde hace más de una década es uno de los puntales de la labor de la Asociación Leonesa de Caridad. «Gracias a la providencia nunca nos falta de nada», señala esta mujer, que huye de las cámaras, mientras muestra el menú del día: patatas con verdura, filete de lomo y calabacín rebozado.

«No hay savia nueva», lamentó Llorente. «Ya no hay monjas porque no hay vocaciones», añadió tras recalcar que las Hijas de la Caridad «tienen una mano especial y el referente de su fundador, San Vicente de Paul» para afrontar la tarea con una entrega que va a ser difícil de reemplazar en el futuro.

En la antesala, ya están listas las raciones de las cenas. En julio y agosto a las personas que acuden a comer se les ofrece este servicio «para dar descanso al personal», explica Llorente. Cuatro cocineras contratadas se ocupan de los menús diarios. También contrataron a una persona a media jornada para la consejería.

La comunidad, que ha quedado reducida a siete hermanas Hijas de la Caridad, hace posible que además del comedor se matenga una casa de acogida a mujeres víctimas de maltrato o en situación de abandono que ya tiene 30 años de trayectoria. El año pasado fueron atendidas 6 mujeres y otros tantos niños y niñas.

Ayer, mientras la junta directiva presentaba la memoria anual, una mujer y sus cuatro hijos era recibida en la casa de acogida. La trabajadora social se ocupa del proceso de acogida, al igual que hace también con cada uno de los nuevos usuarios que llega al comedor social por primera vez. Hay un tercer puntal imprescindible en la Asociación Leonesa de Caridad: el voluntariado. Más de un centenar de personas que acuden diariamente a servir comidas, al ropero, la lavandería... Toda la ayuda es poca.

A la Asociación Leonesa de Caridad, en Puerta Obispo, acuden gentes de toda la provincia y otras zonas del país. Más allá de estas instalaciones se hacen visitas a enfermos solos y entrega de comida diaria a vecinos de la capital que carecen de recursos, se encuentran convalecientes o padecen algún tipo de discapacidad. Y cada quince días reparten alimentos a familias que carecen de recursos suficientes.

La asociación se nutre con fondos públicos, una subvención municipal y otra de la Junta, y sobre todo ayudas privadas. Para la casa de acogida cuentan con otra aportación de la Diputación. Los donativos de otro centenar de personas que aportan desde cinco euros hasta otras cantidades mayores. El año pasado ingresaron 367.929 euros y cerraron el ejercicio con un pequeño déficit de unos 2.000 euros, afirmó el administrador, Constancio García Paramio.

Han aumentado los donativos en especie, que suponen el 21% del total de las aportaciones (77.738 euros), la misma proporción que las subvenciones oficiales (77.292 euros). Los donativos de los patrocinadores son la partida de ingresos más importa: 136.097,34 euros (37% y las cuotas de las personas afiliadas el 13% (45.185 euros).

Los gastos de personal, con un 41%, y la compra de alimentos, con el 37%, son las partidas que más presupuesto absorbieron en el ejercicio, seguidos por los suministros de gas y electricidad, servicios exteriores y amortización de inmovilizado.

El programa que la Asociación Leonesa de la Caridad puso en marcha hace 112 años, sigue en vigor en la sociedad del siglo XXI. La casa sigue abierta «para todos los que llegan a León sin medios, que no falte un trozo de pan», señaló ayer su presidente, Félix Llorente.

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