CORNADA DE LOBO
Vendo reliquias
Un día de san Eugenio, yendo hacia Astorga, la conocí, era torera de gran bajío, la más castiza y dominatriz. Iba en Montesa pidiendo guerra y yo al mirarla me estremecí.
Llovía y ante el palacio espiscopal al que ella se disponía a entrar con su insolencia de obispa había un charco y, antes de que su zapato de aguja se mojara, arrojé a sus pies mi gabardina entonándole lo que faltaba de la copla: «pisa, morena, pisa con garbo, que un relicario me voy a hacer con el trocito de gabardina que haya pisado tan lindo pie»... y vino en el acto un guardia que la escoltaba y me recetó «está usted denunciado por acoso».
Pero ella volteó la cabeza con cara de curiosidad y me dijo ¿qué ha dicho usted de un relicario?... y no se me ocurrió otra cosa para salir del paso que presentarle mis credenciales como respetado buscador de reliquias de esta plaza... entonces, su curiosidad inicial se tornó vivo interés, disuadió a su escolta y me invitó a entrar con ella al palacio de Gaudí para hablar con más reserva... ¿y qué reliquias ha encontrado usted?, me urgió; y por esos cerros me escapé del aprieto: pues tendré en breve en mi poder, le dije, una lápida votiva a Diana cazadora que certifica el nacimiento de Poncio Pilatos en Astorga siendo aquí su padre cónsul... y en cuanto acaben las pruebas de carbono-14 que le están haciendo al varal del pertiguero de la catedral demostraré que es la lanza con que Longinos atravesó el pecho de Cristo en la cruz, lanza traída por san Francisco de Asís en su peregrinación a Compostela y que un pertiguero hace dos siglos no dudó en usar como herramienta tras haberse roto la suya... y a mayores he localizado en una iglesia de esta ciudad la Santa Servilleta que usó Jesús en la Última Cena, de la que también se guardó el salero que trajeron unos dominicos franceses a su capilla de campaña en el «Passo Honrosso» de Suero de Quiñones... y ya puestos, puedo ofrecerle uno de los quince prepucios del Niño Jesús custodiado por unas monjas de Grajal... entonces, ella, que resultó ser Diputada General de Patrañas, resolvió contratarme, ¡guaca!, así que ahora ya puedo mentir «oficialmente».